- Incrementar el gasto público y adecuarlo a las necesidades reales. Y que ese ajuste vaya unido a que la financiación sea finalista. Lo que no puede ser es que se incremente el presupuesto, pero luego no vaya a sanidad.
- Controlar el gasto farmacéutico, se han hecho avances, pero sobre el gasto en recetas; nada se sabe del gasto farmacéutico hospitalario, y ahí aún hay márgenes.
- Incrementar el uso de los genéricos, la prescripción por grupos terapéuticos y fomentar que los nuevos fármacos solo entren en la cartera pública si suponen una mejora terapéutica y sus costes son proporcionales a ella.
- Controlar las labores de marketing y promoción de las empresas farmacéuticas, especialmente las destinadas a los profesionales de salud. Una parte fundamental del gasto farmacéutico se va en eso.
- Poner en práctica de verdad la famosa central de compras; se aprobó hace un año y aún no se ha visto ni un atisbo de la compra conjunta de vacunas que anunciaron algunas comunidades. Usando una economía de escala se pueden conseguir ahorros importantes.
- Racionalizar el uso de la tecnología sanitaria.
- Volver a que la Atención Primaria sea el eje de la atención sanitaria, es más cercana, más eficaz y más barata. Pero hay que darle recursos y mejorar su autonomía para que los profesionales tengan capacidad suficiente para atender a los pacientes y hacer promoción de las campañas de salud.
El sistema sanitario español es el segundo mejor del mundo tras el francés y, sin lugar a dudas, el de mejor relación calidad-precio. Aunque esto sea a costa de pagar a los medicos salarios bajos y someterlos a unos horarios brutales. Como el bienestar de la mayoría no puede asentarse sobre la explotación de una minoría, a estas medidas, aunque incrementen el gasto, habría que añadir:
- Una estricta aplicación de cuarenta horas semanales de jornada máxima para los médicos, sin posibilidad de horas extra.
- Que esta reducción de horas de trabajo no les suponga una pérdida de poder adquisitivo.
Además hay que:
- Procurar la máxima eficiencia en la gestión de hospitales. No puede ser que, por deficiencias organizativas, queden horas vacías en los quirófanos por la mañana y haya que hacer operaciones por la tarde, a mayor coste. Para ser director o directivo de un hospital habría que pasar obligatoriamente un curso de gestión, impartido por los directores de los mejores hospitales.
- Coordinar perfectamente los centros y procurar que haya en ellos las unidades necesarias para atender óptimamente los padecimientos normales de su zona, pero a la vez, que haya centros de excelencia para enfermedades menos frecuentes y que cubran una zona mayor. Por ejemplo, todo hospital debería contar con un buen equipo de cirugía cardíaca, pero seguramente es mucho mejor para los que necesiten cirugía hepática que haya solamente dos o tres centros en España, donde continuamente se esté practicando y la experiencia de su equipo sea mayor.
- A los directores se les debería reconocer económicamente las mejoras de eficiencia que consigan sin disminuir la satisfacción de los pacientes. Ejemplo: si un director logra rebajar de 300 millones a 290 los costes de funcionamiento de un hospital sin disminuir la satisfacción de los pacientes (medida mediante encuestas) su sueldo aumenta 20.000 euros anuales.
- Publicar de una vez las listas de espera para cada operación de todas las autonomías y obligarlas a proporcionar la información en el formato estándar, bajo pena de cárcel para el consejero de sanidad correspondiente (ahora mismo la única que hurta esa información al Ministerio de Sanidad es la Comunidad de Madrid).
- Potenciar la medicina preventiva. Los hábitos malsanos que luego salen sanitariamente más caros son el tabaco, la mala alimentación y la falta de ejercicio. Esto merece una entrada aparte.
Rodrigo Córdoba García, en una carta (http://www.elpais.com/articulo/opinion/financiacion/sanidad/elpepuopi/20110812elpepiopi_11/Tes) a El País, propone:
ResponderEliminarCerca del 30% de los medicamentos prescritos no tienen utilidad demostrada. También se habla mucho de mejorar la eficiencia de la gestión, lo cual es necesario (central de compras, adecuación de plantillas, etcétera). Parece que los recortes sean la única solución. ¿Quién habla de aportar más recursos a la sanidad? Se estima que el 70% de las enfermedades que generan el grueso del gasto sanitario están relacionadas con un estilo de vida inadecuado e insano. ¿Se deberían aumentar los impuestos sobre el alcohol y el tabaco? ¿Se deberían pensar nuevos impuestos a las grasas trans y a los refrescos azucarados que están detrás de la obesidad infantil?
No se trata solo de mejorar la gestión o recortar en lo superfluo, que nadie discute. La sanidad necesita más recursos. Y esos recursos pueden venir también de gravar productos y consumos innecesarios, abusivos y además muy caros para el sistema sanitario.
José María Segovia de Arana (Toledo, 1919) es considerado por muchos el 'padre' de la sanidad pública española y estos días asiste con cierta perplejidad a los cambios que se están produciendo en un edificio al que él mismo le puso los cimientos en los años 60.
ResponderEliminar¿Qué opina del nuevo Real Decreto 16/2012 que ha introducido la figura del 'asegurado' en la sanidad pública?
Los que manejan la política no están bien enterados de lo que están haciendo. Cambiar la sanidad española, que es la primera de Europa sin duda, tanto por su extensión como por su calidad, cambiarla sin saber porqué... por razones económicas más que de tipo conceptual es un poco inquietante. Hay dos cosas en la sociedad española que no se deberían tocar; una es la sanidad y otra la educación. Esos dos aspectos, por favor, que no nos lo toquen.
Un sistema más preventivo que evite en lo posible las descompensaciones de los pacientes crónicos, una integración de la atención primaria y los hospitales que ofrezca una mejor continuidad en la atención, con una fuerte inversión y mejor utilización de informática y teleasistencia, que ayude a los ciudadanos a implicarse más en su cuidado y de una forma más eficiente. Integración real de los sistemas sanitario y sociosanitario para evitar solapamientos e ineficiencias. Igualmente, un sistema hospitalario centrado en el enfermo y no en el servicio médico, evitando la multiplicidad de especialistas.
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