viernes, 12 de octubre de 2012

El pago de las carreras universitarias

No se discute que la educación obligatoria debe pagarla el Estado. ¿Pero quién debe sufragar las caras carreras universitarias? ¿También el Estado? ¿La familia del estudiante? ¿El propio estudiante, pidiendo un crédito que pagará cuando obtenga un buen trabajo con los conocimientos adquiridos en esa carrera? El País publicó el 10 de octubre de 2012 un extenso artículo sobre el particular, ya que está siendo objeto de polémica en España, Reino Unido, Chile, EE.UU. y otros países, que han adoptado diversas soluciones.


Opino que el Estado debe fomentar, ante todo, el buen funcionamiento general de un país y el aprovechamiento de sus recursos. Para que un país funcione se necesitan médicos, ingenieros, filólogos, historiadores, periodistas... y un larguísimo etcétera, ciñéndose solamente a las enseñanzas universitarias. El recurso más valioso en estos tiempos es el talento. El sistema que propongo es perfectamente aplicable a la formación profesional superior.

Mi tesis es que, si para una determinada enseñanza se calcula que el país va a necesitar N titulados al año, los N * (1+F) mejores estudiantes que se matriculen en esa enseñanza solo pagarían anualmente un 5% de los ingresos netos de la unidad familiar de cada estudiante, con un límite del coste medio anual de esa enseñanza por estudiante. F es la tasa de fracaso, definida como F = (E - T) / E, siendo E el número de alumnos que empezaron esa enseñanza hace A años y T el número de estudiantes que la terminaron el año anterior. A es el número de años de los que consta la enseñanza.

Esta fórmula no tendría en cuenta a los alumnos que terminan la enseñanza en un número de años superior al programado, pero me parece importante emplear fórmulas sencillas. Si una familia tiene a más de un miembro estudiando entre los mejores, se aplica el límite conjuntamente: es decir, si una familia tiene 2 estudiantes, por cada uno pagaría el 2,5%.

¿Cómo se determinaría quiénes son los mejores estudiantes? Por su nota media en todas las asignaturas del ciclo anterior, corregida por centros mediante una prueba objetiva de nivel igual para todos los alumnos realizada y puntuada por el Estado. Por ejemplo, si la nota media en todas las asignaturas del ciclo de los alumnos de un centro es de 7,2 y en la prueba objetiva la nota media de todos los alumnos de ese centro es 6,6, a cada alumno de ese centro se le resta 0,6 de su nota media para competir por las plazas que se abonan al 5% de ingresos netos de la unidad familiar. Como ejemplo de prueba objetiva tenemos la actual Selectividad, aunque para calcular la nota de corte de entrada en las facultades se hace la media de la selectividad y las asignaturas.

El resto de los estudiantes que quieran matricularse en esa enseñanza, hasta cubrir las plazas académicamente disponibles, pagan el coste medio anual completo. Y que se les deje claro que pueden estar haciendo el canelo, pagando un alto coste para a lo mejor no trabajar cuando acaben la carrera.

Por cada asignatura que suspendan, a los alumnos del inicial 5% se les aumenta un punto este porcentaje. Así, uno de estos alumnos que el primer año suspendiera dos asignaturas, al matricularse en el segundo año se le exigiría el 7%.

¿Cómo se determinaría el coste anual medio de una carrera? Dividiendo la suma del salario anual de profesores y otros trabajadores, más el coste de mantenimiento y funcionamiento de los edificios, más el material académico, por el número de alumnos matriculados ese año. No se tendría en cuenta el valor de los edificios, ni su amortización. Obviamente esto arrojaría diferentes costes para la misma carrera en distintas facultades. Todas estas cifras se publicarían con estricta puntualidad en la web del Ministerio de Educación (en 2012, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) y proporcionarían información muy valiosa, especialmente de costes disparados, que habría que inspeccionar.

¿Y cómo se calcula el número de titulados de una determinada enseñanza que el país va a necesitar? Fácil: para cada enseñanza se van anotando las personas que se titulan en ella cada año. Un año después se mira cuántas de ellas están dadas de alta en España como trabajadores o como empresarios autónomos. Si por ejemplo un año se han licenciado por universidades públicas 700 médicos y 365 días después se ve que trabajan 650, esos 650 son los que el país necesita (a efectos del coste para los alumnos de las universidades públicas; las privadas pondrían los precios que quisieran). Si el año siguiente esta cifra sube a 670, para el otro habrá que considerar que se necesitan 690. Vuelvo a repetir que todas las cifras se calcularían anualmente y estarían disponibles públicamente, no solo las del año en curso, sino las de años anteriores, que serían del máximo interés para estudiantes, gestores y sociólogos.

Por supuesto este sistema generaría déficit a las universidades públicas. No puede ser de otra forma. Solo las universidades privadas pueden aspirar a ser rentables económicamente. Las públicas deben aspirar a ser rentables socialmente, que sus licenciados se coloquen, que su enseñanza e investigación sean de calidad y que sus costes permanezcan moderados.

18 comentarios:

  1. Un informe de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), presentado el 15 de febrero de 2011, señala que desde 1996, año en el que las competencias universitarias fueron transferidas a las autonomías, la demanda de matriculaciones ha caído un 15,15%, mientras que el número de títulos ofrecidos ha crecido un 43,39%.

    Los rectores reconocen que hay un desfase entre oferta y demanda. El informe señala que "desde un enfoque de eficiencia" de los recursos económicos es incomprensible la expansión de títulos y duda de "la continuidad" de las universidades públicas que tienen pocos alumnos. La población universitaria ha caído desde 1996 en 185.235 estudiantes, principalmente por cuestiones demográficas. Sin embargo, el número de títulos ofrecidos se ha incrementado en 725 nuevas enseñanzas hasta llegar a 2.396 títulos.

    El desajuste de títulos es tal que en 16 de las 47 universidades públicas presenciales la mitad de los nuevos grupos del curso 2008/2009 no llegaban a 55 alumnos. De hecho, en cinco universidades, un tercio de las titulaciones ofrecidas apenas llegaron a 20 matriculados. El objetivo de financiación marcado por las universidades cuenta con 80 matriculados por clase. Esa media no se alcanza en ninguna de las ramas. Las que más demanda tienen son las técnicas, donde apenas llegan a 63 nuevas matrículas.

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  2. El 30% de los alumnos que accede a la universidad cambia o abandona la carrera que eligió en Selectividad. Este fracaso escolar tiene un coste de 2.960 millones de euros anuales, según un estudio de la Fundación Alternativas. La falta de orientación en los institutos y el desajuste entre lo estudiado y lo aplicable en el mundo laboral son las principales causas de este derroche que lastra la financiación de las universidades públicas. De los 220.000 alumnos que entran cada año en el campus, 66.000 lo dejan antes del tercer curso.

    El autor del estudio, el economista de la universidad Carlos III, Juan José Dolado, propone aumentar el precio de las tasas para los alumnos repetidores y multiplicar las becas. Según sus cálculos, la penalización económica de las asignaturas suspensas podría reducir el 30% de fracaso hasta una cantidad de 700 millones de euros anuales.

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  3. - Establecer consensos educativos de larga duración.

    - Dejar quieto lo actual que funciona y cambiar gradual y continuamente lo que no.

    - Incrementar la autonomía responsable de los centros.

    - Aumentar la transparencia.

    - Hacer que el Estado subvencione a la Universidad a través del alumnado. Es decir, una universidad que eligieran más alumnos recibiría más financiación.

    - Derivar otra parte de la financiación a proyectos competitivos de investigación, desarrollo e innovación.

    - Incentivar económicamente la exogamia, tanto para la Universidad que incluya entre su profesorado a un docente formado en otra, como para ese docente.

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  4. ¿Por qué nuestra estructura productiva está excesivamente centrada en la construcción y los servicios de menor valor añadido? Porque buena parte de nuestra fuerza laboral posee un nivel de educación que se adapta mejor a esos dos sectores productivos de mediana o baja productividad media y porque además están poco abiertos a la competencia exterior.

    El fracaso escolar es casi el más elevado de la UE-15. Un 30% de los alumnos de la ESO no la termina ni opta por la formación profesional, con lo que no trabaja o hace trabajos primarios, cuando cuesta 6.000 euros por estudiante año, con lo que se despilfarran 1.440 millones de euros al año. De ahí que exista un elevado desajuste entre oferta y demanda de niveles educativos, ya que existe un exceso de fuerza laboral con educación primaria, un defecto con educación secundaria y formación profesional y un exceso con educación universitaria de calidad.

    Paradójicamente, España produce más universitarios en porcentaje de su población total que Alemania, Francia o Reino Unido, pero con menor calidad media y en disciplinas que generan menos Productividad Total de los Factores. Nuestros jóvenes quieren ser universitarios no sólo por su mayor prestigio social, sino también por ser relativamente barato. De ahí que existan tres veces más universitarios que graduados en formación profesional. Pocos jóvenes quieren ser fontaneros, electricistas o informáticos, aunque estos ganen más que ellos, porque, entre otras razones, pagan menos del 12,5% del coste de su educación universitaria (8.000 euros por estudiante y año), independientemente de su nivel de renta, conocimientos, esfuerzo y habilidades.

    En la mayoría de los países europeos las tasas universitarias son mucho más elevadas, para así poder financiar becas para los mejores estudiantes y préstamos para aquellos de menor renta. Nuestros incentivos, además de inadecuados, son perversos. Producen un fracaso universitario de los más altos de Europa, ya que casi un tercio de los universitarios no termina nunca sus estudios, otro tercio los termina dos años más tarde y sólo el resto los termina en tiempo y forma. Así, 3.300 millones de euros al año son despilfarrados, sin además conseguir suficientes universitarios de calidad.

    Más aún, el exceso de universitarios elimina parte de su prima salarial por su mayor nivel de educación, lo que, unido a su elevada probabilidad de despido, hace que estos jóvenes pierdan interés por su trabajo, reduzcan su esfuerzo y su dedicación así como su productividad potencial. Lo contrario ocurre con los que cursan educación secundaria y formación profesional, con mayor demanda que oferta, que suelen conseguir salarios superiores a los de su formación.

    En resumen, para mejorar la actual estructura productiva y mejorar la productividad, que es lo que realmente determina el nivel de renta futuro de los españoles, habría, por un lado, que reformar tanto el sistema de educación, de formación profesional y universitario actuales y sus sistemas de incentivos como el sistema de aprendizaje de las TIC y, por otro, el sistema de contratación laboral y de negociación colectiva.

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  5. Como profesor universitario con muchos años de docencia en mis espaldas creo conocer bien a la universidad española, su evolución y su situación actual. Ahora mismo está en un estado lamentable, posiblemente igual de mal que nuestra economía.

    En estos últimos años no solo surgió la burbuja inmobiliaria, surgió también la burbuja universitaria. Tenemos el doble de las universidades que necesitamos y los rectores saben que no hay estudiantes, me refiero a estudiantes capacitados, para ocupar tanta aula. Esto supuso un problema para unas Instituciones que se subvencionan del Estado no por el prestigio de sus titulaciones y de su investigación, sino exclusivamente por el número de sus alumnos, lo cual no deja de ser asombroso.

    Hay que aclarar que el número de estudiantes españoles que acaban el bachillerato en buenas condiciones para afrontar una carrera universitaria, son escaso debido al muy mejorable sistema educativo que tenemos. Ante esta situación desfavorable las universidades encontraron una salida para subsistir. Consistió en bajar la dificultad de los estudios, atrayendo así a un alumnado que nunca podría optar a un título universitario en condiciones normales. De esta forma se han mantenido y se mantienen, no todas, pero sí una buena parte de nuestras universidades, que se han aproximado mucho a lo que denominamos fábricas de títulos.

    Es urgente y necesario conseguir que haya un proyecto educativo nacional coherente con el lugar que ocupamos en Europa y recuperar una universidad de calidad.

    José Manuel Riveiro en carta a El País.

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  6. El intenso crecimiento del sistema universitario ha conducido a ineficiencias que deben ser corregidas, máxime en tiempos de crisis (mapa universitario desajustado; mala adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, exceso de burocratización; duplicidades competenciales; incapacidad para evitar la endogamia; dificultades para establecer un sistema claro de señalización a la sociedad de quiénes son los mejores estudiantes, los mejores centros docentes y grupos de investigación en cada especialidad; problemas de gobierno…).

    Creo firmemente que es necesario y posible ir hacia una nueva etapa en el desarrollo de la universidad en la que el énfasis bascule desde el esfuerzo en infraestructuras hacia un verdadero mecanismo de incentivos basado en las personas y donde el esfuerzo coordinador del Estado se centre casi exclusivamente en el control de los resultados finales alcanzados (conocimientos adquiridos por los alumnos y producción científico-tecnológica del profesorado) y no en la calidad de los procesos aplicados, delegando esta importante labor a las comunidades autónomas o a las propias universidades.

    Cuatro principios rectores deberían presidir la reforma de la Universidad:

    * En primer lugar, debe ser simple y flexible, estableciendo un marco de incentivos financieros (becas e incentivos salariales) que premie a los agentes del sistema universitario (estudiantes y personal universitario) en función de sus resultados y dejando que sean ellos los que tomen sus decisiones académicas y de especialización profesional.

    * En segundo lugar, debe buscar la transparencia, permitiendo saber por áreas de conocimiento dónde se consiguen los mejores resultados en términos docentes y de investigación.

    * En tercer lugar, debe facilitar la movilidad, tanto del personal universitario como de los alumnos, especialmente en postgrado. Esta movilidad también debería promoverse entre el sistema universitario y el resto del sistema de ciencia e innovación. Como piensa una buena parte de la comunidad científica, la actual Ley de la Ciencia es manifiestamente mejorable, pero es necesario aprovechar las oportunidades que abre para mejorar la eficiencia del sistema universitario y científico en su conjunto.

    * Finalmente, dado que las competencias sobre universidad recaen sobre varios niveles de la Administración, el principio de responsabilidad debe guiar la gestión, respondiendo cada uno de ellos de los resultados obtenidos en relación a los objetivos fijados.

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  7. Las universidades deben apelar a sus valores y utilizar sus fortalezas para dar un salto cualitativo, explorando la posibilidad de articular una alternativa innovadora, viable y sostenible inspirada en los elementos distintivos de las mejores universidades europeas. Es necesario construir un nuevo modelo de Universidad que permita resolver la difícil situación actual, pero también paliar los problemas y deficiencias estructurales que la Universidad española arrastra (gobernanza, financiación, rendición de cuentas a la sociedad, endogamia, dominio de lenguas, baja remuneración del profesorado...).

    Si se quieren construir universidades intensivas en investigación, capaces de competir con fuerza en los rankings internacionales, es necesario ser más selectivos en la oferta de estudios y vincular la docencia a la investigación. Es preciso primar los grupos de máxima excelencia e iniciar políticas activas de captación de investigadores excelentes. Es imprescindible redimensionar las universidades, equilibrando el número de estudiantes de grado, potenciando posgrados oficiales impartidos mayoritariamente en inglés.

    Avanzar hacia un nuevo modelo también conlleva universidades con un sistema propio, no burocratizado, de captación, selección y promoción del profesorado, acorde con las necesidades docentes y de investigación estratégica; un sistema que permita ganar adaptabilidad, mediante contrataciones y retribuciones más flexibles y adaptadas a los resultados académicos. De igual modo, construir alternativas al sistema universitario actual significa diseñar procesos de selección de los estudiantes mediante procedimientos rigurosos, transparentes, justos y equitativos, fijando ayudas a los estudios de acuerdo a la especificidad de la titulación, el currículo académico y la capacidad económica familiar.

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  8. - Oposiciones públicas y abiertas internacionalmente.
    - Investigación fuera determinante para acceder a un puesto docente y para ocupar cargos de responsabilidad.
    - Competencia y colaboración entre universidades.
    - Mayor movilidad de estudiantes y profesores.
    - Claustros más reducidos y operativos.
    - Rectores nombrados entre académicos de reconocido prestigio.

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  9. ¿Cuál es el valor de una carrera? Obviamente, eso depende de muchas cosas, y la cantidad que se pagó por los estudios y la deuda con la que sale el graduado no es la menor de ellas. Lo ideal sería que no se midiera su valor solo en términos de colocación en el mercado de trabajo y los salarios, pero, siendo realista, es así. En España, en torno al 70% de las personas que estudian una carrera universitaria lo hacen, en primer lugar, para encontrar un buen trabajo, recuerda el catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra José García-Montalvo.

    Hace unas semanas, se formó una gran polvareda porque el ministro de Educación, José Ignacio Wert, planteó esa idea del siguiente modo: se debería “inculcar a los alumnos universitarios a que no piensen solo en estudiar lo que les apetece o a seguir las tradiciones familiares a la hora de escoger itinerario académico, sino a que piensen en términos de necesidades y de su posible empleabilidad”.

    Lo cierto es que muchísimos ya lo hacen, pero les falta información. El experto de la Unesco Francesc Pedró hablaba hace unos años (entonces, desde la OCDE) de un “sistema ciego” que obliga a los estudiantes a guiarse únicamente “por sus preferencias o intuiciones”, pero sin “contar también con criterios racionales”. De hecho, un informe del anterior Gobierno socialista reclamaba a las universidades más instrumentos de transparencia para poder poner en común y comparar los resultados de las universidades para que todos los actores puedan tomar decisiones “con las máximas garantías de acierto”. En el caso de los alumnos, podrían ser comparativas sobre la tasa de abandono de una carrera o la tasa de inserción laboral una vez titulados.

    La solución sería que una entidad pública se encargue de publicar los resultados en el mercado de trabajo de los graduados por titulaciones y universidades para que no entren engañados en las carreras (tasas de desempleo, salarios medios, niveles de sobrecualificación). Hay quien quiere ir a la universidad a hacerse un ciudadano y no le interesan las salidas del mercado laboral, pero la gran mayoría lo hacen para mejorar su empleabilidad. Estos deberían conocer con rigor y precisión qué les espera cuando salgan dependiendo de la carrera elegida

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  10. España tiene más facultades de Medicina por millón de habitantes que cualquier otro país grande del mundo, con la excepción de Corea del Sur. En apenas ocho años, los centros en los que se puede estudiar esta carrera han pasado de 28 a 41, y los alumnos de nuevo ingreso, de 4.250 a más de 7.000. Sobran estudiantes de Medicina.

    El Foro de la Profesión Médica, que agrupa a las principales organizaciones del sector, reclama medidas, especialmente ante la anunciada apertura de siete facultades más. Los médicos quieren frenar lo que consideran una “proliferación” descontrolada de estos centros. No solo no son necesarios, dicen, sino que además ponen en peligro la calidad de la formación. “El número de estudiantes tiene que estar ajustado a los hospitales acreditados para formarles de forma adecuada. Hay unas 7.000 plazas para cursar la carrera, y unas 6.000 de MIR”, dice el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín. “Por tanto, es pura matemática, hay 1.000 estudiantes con los que no sabemos qué va a pasar, porque no se van a poder formar. El aumento de facultades es un disparate; no hay ninguna necesidad. Se ha querido satisfacer a políticos de comunidades autónomas y alcaldes."

    La planificación es fundamental. Y sin embargo, no existe un registro nacional. No se sabe cuántos médicos en activo hay en cada especialidad ni dónde trabajan. A principios de los noventa se vivió otra época de paro médico. Como respuesta, el Gobierno empezó a aplicar el numerus clausus, un cupo anual de alumnos de nuevo ingreso en Medicina. Se usaron las recomendaciones de la OMS: un estudiante por cada 10.000 habitantes.

    La época de crecimiento económico que siguió en España, sumada al aumento de población que trajo la inmigración, provocó una especie de boom también en la sanidad: se inauguraron hospitales y centros de salud, en ocasiones sin más planificación que la electoral, y se lanzaban mensajes, incluso desde el Gobierno, de que hacían falta más médicos y de que, de seguir así, llegaría el temido déficit de especialistas. En realidad, según explica Beatriz González López-Valcárcel, catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas, solo se necesitaban en determinadas especialidades y únicamente en algunas zonas geográficas.

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  11. El Ministerio de Educación ultima un mapa que combina las titulaciones universitarias españolas con las salidas laborales de sus graduados. El informe rastrea los últimos cuatro años de vida laboral de más de 190.000 universitarios de centros públicos y privados de 146 titulaciones que acabaron sus carreras en el curso 2009-2010. Estos datos se cruzan con las altas en la Seguridad Social. Cuanto mayor porcentaje de empleados hay entre los titulados de una carrera, mayor se considera su eficacia para encontrar un trabajo.

    El informe incluye datos de Educación, la Seguridad Social, el Instituto Nacional de Estadística y la Conferencia de los Consejos Sociales de las Universidades Españolas. Los resultados finales, según Educación, se colgarán en la web para que los pueda consultar cualquier estudiante. Más allá de la información pública, los consejos sociales esperan que sirva para “adecuar el mapa de titulaciones a las necesidades reales de la sociedad”, según Miguel Ángel Acosta, secretario general de la Conferencia que los aglutina. Gomendio aseguró ayer que Educación “no va a tomar ninguna decisión sobre la base de estos datos en este momento”, aunque espera que los “gestores universitarios” —campus y comunidades autónomas, principalmente— “tengan en cuenta estos resultados a la hora de tomar decisiones”.

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  12. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, las carreras universitarias con mayor tasa de empleo en 2014 fueron Ingeniería en Electrónica (98,0%), Licenciatura en Medicina (97,7%), Ingeniería en Automática y Electrónica Industrial (96,2%), Ingeniería Aeronáutica (96,0%), Ingeniería Naval y Oceánica (94,6%), Ingeniería informática (93,4%), Licenciatura en Investigación y Técnicas de Mercado (92,3%), Ingeniería de Telecomunicación (91,7%), Ingeniería Industrial (91,7%) y Licenciatura en Máquinas Navales (91,3%).

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  13. Es esencial la información sobre la tasa de paro o los futuros salarios en cada carrera, según el catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), José García Montalvo. "No se trata de obligar a tener vocaciones, sino de que [los estudiantes, antes de elegir carrera,] conozcan las salidas. Si alguien quiere hacer Bellas Artes y ser pintor, que lo sea, pero que tenga la información", ha afirmado.

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  14. La OCDE plantea la oportunidad de introducir becas relacionadas con las cualificaciones demandadas, lo que podría estimular las elecciones en el sentido correcto.

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  15. 1. Reformar su sistema de gobierno para hacerlo más ágil y operativo.
    2. Revisar los mecanismos internos de control.
    3. Adaptar mejor las titulaciones ofrecidas a la demanda social, para así aumentar la inserción laboral de los titulados.
    4. Reforzar su capacidad de atraer más estudiantes extranjeros.
    5. Incrementar el número de graduados que continúen con sus estudios de máster
    6. Perfeccionar la selección y contratación de personal disponiendo de mayor autonomía para ello.
    7. Captar más talento internacional con más presencia de profesores extranjeros
    8. Incrementar la movilidad interna e internacional del personal y los estudiantes.
    9. Fomentar la transferencia de conocimiento para una mayor innovación.
    10. Y finalmente, lograr una mejor visibilidad internacional que aumente la reputación de la universidad española.

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  16. Debido a las altas tasas de retorno de las inversiones públicas en cuidado prenatal y primera infancia, al contrario de las tasas de retorno negativas de las inversiones públicas para que vayan a la universidad quienes de otro modo no irían, La literatura sobre la financiación de la educación universitaria (terciaria) se pronuncia a favor de un aumento de la financiación privada y de las tasas de matriculación, junto con préstamos y ayudas bien diseñados para los alumnos. Esto último aseguraría que los alumnos capaces de familias desfavorecidas cuenten con los medios financieros para cubrir la matrícula y otros costes asociados.

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  17. El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA han elaborado el estudio U Ranking, donde se recoge que uno de cada tres estudiantes que empieza una carrera en una universidad pública española la abandona sin concluirla, y esto supone al Estado un gasto inútil de 680 millones de euros al año.

    La Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas reclama un estudio exhaustivo de los factores que provocan el abandono, entre los que posiblemente se encuentren barreras sociales para la permanencia en la Universidad.

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  18. El Estado hace un préstamo a los universitarios (sin intereses), y cuando estos se gradúan y consiguen un empleo, lo devuelven de forma gradual, solo si superan un determinado nivel salarial (21.000 libras anuales). Si en un periodo de 20 años no han alcanzado ese sueldo, se cancela la deuda. Hungría, Países Bajos o Australia también lo emplean.

    La gran ventaja de ese modelo es que solo los que les va bien en el mercado de trabajo se hacen cargo del pago de su carrera. Los que les va mal quedan cubiertos por el Estado. Y así la financiación de la Universidad no depende de la incertidumbre económica.

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