El agua dulce es el recurso más escaso del planeta. Según la ONU, en 2016 la escasez afecta al 40 % de la población. Para 2050 afectará a más del 60 %, debido al aumento de la demanda (más población) y la reducción de la oferta (cambio climático, contaminación, reducción del nivel de los acuíferos y salinización).
Es perfectamente posible suministrar agua al 100 % de la población mundial. Incluso suministrar una demanda eficiente (80 m3 por persona y año). Tanto para el consumo de las personas como para riego y necesidades de las empresas. El agua de mar es ilimitada. Solo hay que desalarla empleando energías renovables (utilizar energías fósiles empeoraría todavía más el cambio climático).
Teniendo siempre en cuenta que los recursos de la Tierra son limitados, que los estamos consumiendo a dos veces y media la velocidad con que los genera, y que deberíamos ir hacia un decrecimiento hasta alcanzar un equilibrio, tal como propongo en Para evitar el colapso general habría que tomar, respecto al agua, las siguientes medidas:
1. El primer objetivo es la sostenibilidad del suministro. Si, por ejemplo, (caso real de Libia) hay que escoger entre explotar un acuífero fósil (que no se rellena) y desalar con energía solar, se debe escoger lo segundo, aunque sea mucho más caro, porque es lo sostenible. En el caso de Libia, se calcula que el acuífero fósil se agotará en unos 60 años, por lo que las faraónicas obras hechas para explotarlo se volverán inútiles.
2. Se debe invertir lo suficiente en la red de distribución para reducir las pérdidas siempre por debajo del 20 % e, idealmente, por debajo del 5 %. Las tuberías tienen una vida útil, digamos 30 años (depende mucho del material, el revestimiento interno y externo, el suelo donde se asiente, si lleva agua para beber o residual, etc.). Todas las tuberías que componen la red deben irse cambiando antes de que superen su vida útil.
3. Toda el agua que se suministre debe cobrarse. A un precio justo y suficiente para mantener la red, como se ha explicado en el punto anterior, para sufragar los gastos de depuración y, en el caso de aumentos de población, para acometer nuevas inversiones.
4. Las empresas que suministren agua deben ser públicas. La tecnología del agua es muy madura, por lo que la entrada de una empresa privada no supone ahorros significativos. Lo que hace la empresa privada es aumentar el precio de la tarifa para obtener su beneficio.
5. Las tarifas deben depender de los metros cúbicos consumidos, no de la renta del consumidor. Se debe penalizar el consumo excesivo (para lo cual, los datos de los abonados al servicio de agua deben cruzarse con los del padrón municipal). Por ejemplo, si en una casa hay empadronadas cuatro personas, y consumen 200 m3/año, se les cobra a 1 € el m3. Si consumen 300, a 3 € el m3, y si son 500, a 6 €. De esta forma se incentiva el ahorro.
6. Un sistema similar debería seguirse en los usos industriales. Por ejemplo, una empresa que fabrique papel: hay varias tecnologías. Unas consumen menos agua, pero son más caras. La tarifa de agua de esa papelera debería depender de su consumo y de su producción de papel, de modo que, si para producir 1 tonelada de papel, con la tecnología más eficiente, se necesitan 10 m3 de agua, y la empresa ha producido 10.000 toneladas, pero consumido 200.000 m3 de agua, se le aplica un fuerte recargo, para incentivarla a adoptar una tecnología que consuma menos agua.
7. Y para riego, lo mismo: cada cultivo necesita una cantidad de agua de riego por hectárea (1 kilo de patatas necesita 132 litros; uno de plátanos, 499) con la tecnología más eficiente (en general, goteo, pero puede haber otras). Se ha de regar siempre de noche, para evitar la evaporación que causa el sol. Al agricultor que sobrepase el consumo eficiente, recargo que lo incentive a mejorar su tecnología. Los canales de riego deben estar revestidos con un recubrimiento a prueba de filtraciones. También tienen una vida útil, por lo que han de sustituirse antes de que la superen. Las conducciones de riego entubadas tienen muchas menos pérdidas por evaporación que las abiertas.
8. La empresa pública de agua no debe subvencionar las tarifas a los pobres. Es el Estado el que debería devolver a las familias pobres que lo solicitaran (a través del sistema que propongo en Combatir la pobreza energética) una parte de la factura, de modo que no superara los 3 € mensuales, siempre que no se rebasara el consumo eficiente (punto 5; si se rebasa, se paga entera).
9. La compañía de agua debe ser totalmente pública. Incluso debería explorarse la posibilidad de que sus accionistas fueran los propios abonados. En Madrid, por ejemplo, cuando uno pide el alta en el suministro, le exigen 50 € de depósito. Ese dinero podría ser una suscripción obligatoria de acciones de la empresa. No cotizarían y el abonado no las podría vender, pero sí podría votar en las juntas de accionistas, sobre las tarifas, los sueldos de los directivos y las inversiones.
10. Todos los sueldos de la compañía deberían ser públicos y tener un límite de 10 veces el salario mínimo. No podría dar ningún tipo de privilegio a los empleados (casas subvencionadas, coches oficiales, vacaciones baratas). Ni siquiera tarifas de agua reducidas. Los salarios de los directivos deben contener un incentivo por reducción de agua no cobrada (perdida en la red o robada por consumidores sin contador).
11. Solo podría contratar personal por concurso público y no podría tener más de 1 empleado por cada 2.000 abonados (para evitar que los directivos enchufen a sus familiares o amigos).
12. Para la sostenibilidad, es fundamental la estabilidad de los acuíferos. Debe medirse constantemente su nivel y la calidad de su agua (salinidad, contaminación).
13. Ha de cuidarse sumamente su nivel dentro del ciclo de sequías e inundaciones de la zona. Por ejemplo, si el nivel de un acuífero oscila entre 400 m los años de lluvias, y 300 m los de sequía, y en un año de sequía se ha llegado a 310 m, hay que dejar de extraer agua de ese acuífero y buscar otras fuentes. Desalación, por ejemplo. U otro acuífero menos agotado.
14. Además, cuando haya agua disponible, se deben recargar artificialmente los acuíferos. Pero bien, no de cualquier manera, de la forma adecuada a la configuración hidrológica de la zona, y tras estudios y pruebas muy cuidadosos.
15. El paisaje ha de diseñarse de modo que se favorezca, o por lo menos no se perjudique, la recarga natural de los acuíferos: grandes extensiones de plantas, zonas de tránsito del agua de lluvia adecuadas (con poca pendiente) para que el agua sea absorbida por el terreno en vez de lavarlo, etc.
16. Para todo esto es necesario establecer una red sólida de recogida de datos (lluvias, sequías, caudales, niveles de acuíferos...) que abarque el mayor número posible de años pasados, y establecer modelos de comportamientos futuros, que deben irse validando y mejorando constantemente, con los nuevos datos. En esta base sólida deben fundarse los posibles nuevos desarrollos (embalses, conducciones, encauzamiento de ríos...).
17. Todas las aguas residuales deben depurarse lo suficiente para devolverlas a la naturaleza sin impacto y que puedan ser usadas para riego. Es posible que la depuración, que debe pagarse con la tarifa, no pueda implantarse de golpe, por el coste repentino que supondría para los usuarios, pero han de hacerse campañas de concienciación pública e inversiones graduales para que esté implantada en un plazo de 20 años (aunque pagar los créditos necesarios pueda llevar otros 20).
Los buscafugas son personal con oído adiestrado, con unas dotes muy específicas. “Esto es como buscar un tesoro”, cuentan los técnicos, “por eso buscan gente, y no es broma, con oído para la música clásica”. Además de ese “buen gusto”, hay que “aprender y practicar”. “Es un trabajo en equipo, y encontrar una fuga, una satisfacción”. Son capaces de distinguir entre el ruido “producido por la resonancia y vibración de la salida del agua por la tubería, el producido por el impacto del agua en el suelo que rodea a la tubería, y el de la circulación y flujo de agua en la cavidad del suelo”.
ResponderEliminarY si los técnicos son los oídos, allá en la oficina del Canal de Isabel II hay otros profesionales que identifican las zonas susceptibles de sufrir roturas como, por ejemplo, áreas de la red más viejas, y mandan para allá a los buscafugas.
Debe partirse de un respeto ecológico a las cuencas: puesto que ya no es posible construir más infraestructuras de embalsamiento, dado que los trasvases ya no son opciones razonables porque las sequías también afectarán a las regiones con más agua, la única solución razonable a medio plazo es continuar con una política calculada de desaladoras e imponer un plan de incentivos a la depuración de aguas, donde todavía queda mucho por hacer.
ResponderEliminarUna de las claves de una política coherente del agua es actuar sobre la demanda. Es obligado reducir los sistemas arcaicos de regadío; las nuevas tecnologías permiten ahorros importantes de uso de agua en el campo (riego por goteo). Los sistemas que dilapidan el agua tienen que ser erradicados y sancionados.
La ciudad de Melbourne (Australia) ha publicado una guía de diseño urbano (accesible pinchando en el título de este comentario) hidrológicamente sensato ("water sensitive"). En lugar de grandes depósitos para tormentas y cauces hormigonados, para llevar lejos y rápidamente el exceso de agua que caiga, arrastrando también barro y contaminación, ha diseñado estanques, humedales, jardines de lluvia y otros paisajes urbanos agradables, ecológicos, prácticos y baratos.
ResponderEliminarLa Comunidad de Madrid consume un 7,4 % menos de agua que hace una década con una población un 7 % superior. El año pasado la región gastó 504,2 hectómetros cúbicos, 40 menos que en 2007, cuando alcanzó los 544,3. Y eso pese a que la población ha crecido en estos diez años en 425.495 habitantes. La principal causa del ahorro es la detección de fugas en la red de suministro de agua, que tiene una extensión de 17.556 kilómetros. El volumen de agua que se pierde ahora es de un 3,2 % (16 hectómetros cúbicos anuales), uno de los más bajos de España y la mitad que en 2010.
ResponderEliminarEl mantenimiento de la red de suministro implica, según datos del Canal de Isabel II, la reposición anual de 200 kilómetros de tuberías.
La gran apuesta es el agua regenerada o reciclada, que no sólo sirve para regar, sino que también puede utilizarse en inodoros y en lavadoras, porque se ha comprobado que sus cualidades para el lavado son similares al agua potable. Esto debería llevar a que en las nuevas urbanizaciones se instale un doble circuito de agua, uno para la potable y otro, por ejemplo de color morado, para la regenerada.
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