lunes, 14 de enero de 2013

No alterar los informes

Los inspectores del Banco de España han denunciado que los informes que elaboran son alterados hasta cambiar su sentido y decidirse que no se apliquen las medidas correctivas recomendadas en ellos. Esto es gravísimo. Además acusan a sus superiores de mirar hacia otro lado ante los indicios de delito que encuentran.

El anterior director del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lo ha negado. Pero una cosa está clara: indicios de delito había, porque ahora mismo se están desarrollando procedimientos judiciales contra directivos de varias entidades (Bankia, Nova Caixa Galicia...). Creo más a los inspectores, que tuvieron esos indicios delante de sus ojos, que a sus superiores, poco interesados en las complicaciones y tensiones que trae una remisión de indicios a la fiscalía. 

 Según suben los informes por la pirámide, menos defectos se observan en los bancos inspeccionados. Aunque creo que esta entrada se ilustraría mejor con este dibujo de Forges. Pero así como en este blog mezclo con mis propuestas otras de las más diversas procedencias (citando la fuente), he decidido que todas las ilustraciones sean originales mías. Pues creo de buena fe que quienes proponen ideas públicamente no lo hacen por afán directo de lucro, sino para que sus propuestas se consideren y, en su caso, se lleven a la práctica. Favorecer su difusión me parece colaborar en su propósito. En cambio, los artistas gráficos, de forma totalmente legítima, tienen otros fines, e intento respetar su trabajo.

Para elevar el control sobre los gestores del Banco de España, los inspectores reclaman que se conozcan “cuantos elementos emplea el banco para formar su criterio en materia supervisora, siempre que estos elementos deban ser conocidos”.

El primer paso para que haya luz y taquígrafos es que los autores de los informes se hagan responsables del contenido con su firma, algo que ahora no ocurre. “Cada actuación supervisora debe estar adecuadamente identificada. Cada informe debe ser firmado; ahora no ocurre y no son asumidos por nadie”, apuntan.

“En el caso de existir discrepancias entre los inspectores, los jefes de grupo y los directores de departamento, debe quedar expresa constancia de las mismas firmadas por cada responsable”.

También piden “establecer un procedimiento para la comunicación jerárquica de los indicios de delito. Dar formación en materia penal a los inspectores y crear un grupo de inspección especializado en investigación de delitos”.

“Nuestra propia labor, velar por la solvencia, deja zonas grises de actuación. Por ejemplo, al examinar unas cuentas, se pueden encontrar préstamos a una empresa ruinosa que levantan sospechas de que alguien pueda beneficiarse en última instancia. O sueldos disparatados que rozan la apropiación indebida o el desfalco. Pero, ¿es nuestra labor investigar eso? No tenemos formación para ello. Además, la cantidad de un crédito sospechoso puede que no afecte a la solvencia de la entidad por lo que queda fuera de nuestro trabajo. Lo que queremos es que existan sistemas automatizados para denunciar estos asuntos”. Entre los inspectores destacan el hecho de que solo en las entidades intervenidas se han encontrado indicios de delito. “¿Ninguna otra tenía trapos sucios?”, se preguntan.

En otro apartado del informe, los inspectores piden “reducir la influencia” de los bancos “y de los políticos” para evitar “la captura del supervisor, el sentimiento de arbitrar para casa” y la fuga de ejecutivos del Banco de España a las entidades.

Según el documento de “Análisis de los procedimientos supervisores del Banco de España”, conocido el martes tras las acusaciones de arbitrariedad de la Asociación de Inspectores, el organismo dirigido por Luis Linde ha decidido establecer un procedimiento específico para la revisión de la gobernanza de las entidades.

Entre las medidas se incluye que se puedan “mantener reuniones periódicas con los consejeros y miembros clave de las comisiones delegadas; comprobar que los escritos de recomendaciones y requerimientos del Banco de España llegan a los consejeros”, así como “instar a que en las actas del consejo figuren las opiniones discrepantes”. El supervisor además tendrá acceso a “la información que se facilita a los consejeros y miembros de las comisiones delegadas del consejo”.

El informe dice que entre las tareas de la institución estará “señalar ubicaciones inadecuadas en el organigrama”, lo que sugiere una capacidad de opinar sobre la adecuación profesional de los altos cargos de la entidad o componentes de comisiones. Linde pretende también vigilar el cumplimiento de las recomendaciones de gobierno corporativo, “revisar las actuaciones de la auditoría interna” y “conocer trimestralmente las deficiencias puestas de manifiesto por la auditoría interna”.

Además de este conjunto de medidas, el Banco de España ha establecido que las carteras de todas las entidades serán revisadas al menos cada tres años. Por otro lado, las 16 entidades “más significativas” tendrán inspectores empotrados para conocer las cuentas de primera mano. Este trabajo tiene el riesgo del secuestro del inspector, es decir, que los funcionarios terminen por identificarse demasiado con la entidad que supervisan y bajen la guardia. Para evitarlo, el Banco de España ha establecido “un procedimiento de rotación de la plantilla, incluida la jefatura”, con “un límite máximo de seis años en la misma entidad y de diez años en el mismo departamento, con un periodo posterior de separación obligatoria de cuatro años”.

El informe del Banco de España se muestra a favor de la rotación periódica de la firma auditora, “para fomentar su independencia, haciendo frente a los potenciales riesgos de familiaridad y captura por la entidad auditada”.

Otra de las grandes reformas es que “la información a la Comisión Ejecutiva del Banco de España sobre la posible discrepancia entre el informe de inspección, por un lado, y la información y propuesta a la Comisión Ejecutiva, por otro, se incluya en un apartado específico”.

ESTO ES INSUFICIENTE. HAY QUE HACER MÁS:

Resulta increíble que el Banco de España tenga que asegurarse de que sus escritos de recomendaciones  llegan a los consejeros de las entidades supervisadas. ¿No funciona la comunicación interna de la entidad inspeccionada o qué? El Banco de España debe tener los correos electrónicos de todos los consejeros de todos los bancos y, según sus cargos, remitirles la información oportuna, mediante mensajes seguros y con acuse de recibo.

Ni discrepancias entre el informe de inspección y las propuestas a la Comisión Ejecutiva ni nada. Los técnicos del BdE que hayan inspeccionado la entidad deben redactar un informe completo, con un resumen de una página sobre la situación de la entidad, y otra página con las, no digo recomendaciones, pues son algo que se puede seguir o no, sino las directrices más importantes, indicando el plazo en que deben factiblemente alcanzarse y las personas encargadas de su cumplimiento. Ninguno de estos tres documentos podrá ser alterado por escalones superiores de la pirámide, ni siquiera para corregir las faltas de ortografía.

Cada una de estas directrices se registrará en una base de datos, con su entidad, plazo y persona responsable de cumplirla. Si pasado el plazo no se ha cumplido, la persona responsable sufrirá una merma del 5% en su salario por cada mes de retraso. Cuando pasen seis meses en esa situación, la persona será destituida.

En cuanto a los indicios de delito, se debería establecer una lista de posibles indicios: préstamos a una empresa ruinosa, condiciones crediticias excepcionalmente ventajosas a directivos de la entidad o familiares,  emolumentos (salarios, bonus, fondos de pensiones, opciones sobre acciones...) disparatados (más de un 25% por encima de la media para ese puesto), etc. Tras la inspección de una entidad, si el inspector halla uno o más de esos indicios, lo remitirá directamente a la fiscalía, para que sea ella la que decida si hay delito o no.


8 comentarios:

  1. A la especial gravedad de esta crisis han contribuido errores, cuando no manifiestas imprudencias o actuaciones legalmente cuestionables. Es lo que puede haber ocurrido en el Banco de España si son ciertas las denuncias de los inspectores de esa institución.

    Los informes de la asociación que agrupa al 80% de los inspectores del Banco de España, que este periódico ha difundido, no son precisamente tranquilizadores. Que hayan sido solicitados por el actual gobernador o que incorporen componentes asociados a reivindicaciones corporativas no debe excluir su detenida toma en consideración, y, en todo caso, el completo esclarecimiento de las denuncias que manifiestan, algunas de ellas ciertamente graves, alarmantes. La acusación de que “la forma habitual de reacción ante los indicios de delito es mirar hacia otro lado” sintetiza la necesidad de que esa comisión ahora creada por el gobernador Luis Linde verifique con detalle y rigor cada una de esas denuncias y aporte cuanto antes sus conclusiones sobre la calidad técnica y la legalidad de las prácticas de supervisión hasta ahora vigentes y de las actuaciones de los responsables correspondientes. No menos graves son las acusaciones de injerencia de la banca y de los políticos en las funciones supervisoras, dada la presunción de exquisita independencia que, al menos formalmente, tenía asignada esta institución.

    Por el bien de todos y de la credibilidad de la economía española en su conjunto, conviene que la dinámica abierta con esos informes no se cierre en falso. El Banco de España debe demostrar de forma preeminente que no solo no se deja “capturar por los regulados”, o influir por el Gobierno de turno, sino que debe disponer de mecanismos que permitan asignar responsabilidades a los que juegan con la protección de la que disfruta el sistema bancario.

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  2. El Banco de España quiere reformar su sistema de inspección: con informes escritos a tutiplén. El Análisis de los procedimientos supervisores (www.bde.es, 16 de octubre de 2012) reclama una y otra vez en sus 35 páginas la necesidad del formalismo escrito (páginas 4, 5, 8, 17, 23, 30).

    Otros bancos centrales sostienen que la toma de decisiones sustentada exclusivamente en ese método es perentoria para evitar el relajo y la captura del regulador por los regulados (EL PAIS, 13 de enero). Algunos practican ese binomio documento / transparencia: la Reserva Federal publica resúmenes de las discusiones de su ejecutiva, a las tres semanas; y de las intervenciones íntegras, a los tres años.

    Por eso es más lastimoso que el Banco de España no se aplique esa doctrina ¡siempre!

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  3. La circular del Banco de España de octubre de 2013 obliga a que "las discrepancias que, en su caso, pudieran surgir en el proceso de formación de la opinión sobre la situación de una entidad se detallarán en un apartado específico del informe a la Comisión Ejecutiva. Hasta el momento dichas discrepancias, cuando se producían, eran recogidas en informe separado."

    Junto a este cambio de actitud frente a los inspectores, las nuevas reglas prevén una "formalización" de las inspecciones a las entidades, tanto "in situ" (es decir, con los inspectores desplazados en las entidades), como a distancia. A partir de ahora, los inspectores tendrán que realizar informes periódicos en los que resuman las cuestiones principales encontradas. Además, de cada inspección tendrá que resultar un escrito de requerimientos a la entidad analizada.

    Cuando termine la inspección, el técnico encargado de realizarla, con el visto bueno del jefe de su grupo, tendrá que realizar un escrito en el que se detallan las situaciones observadas para seguir de cerca los movimientos de la entidad para corregir las deficiencias detectadas. Además, se establece que las actuaciones extraordinarias de los inspectores para verificar el cumplimiento de las recomendaciones tengan una duración máxima de seis meses. Cada año, además, se revisará si el procedimiento de seguimiento aplicado a cada entidad es el idóneo, o si hay que modificarlo.

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  4. Mire usted, esta es una de las cosas, de las reivindicaciones de los inspectores, que viene de lejos: Mariano Rubio las tuvo, las tuvo Ángel Rojo, las tuvo Caruana, las he tenido yo y el próximo gobernador no podrá atenderlas porque ahora la supervisión ha pasado al BCE. Y esas reivindicaciones eran crear un cuerpo de inspectores, que nadie que no fuera [inspector] pudiera estar en Supervisión, aunque fuera un magnífico matemático, o un magnífico informático, algo a lo que ningún gobernador ha accedido. En esto de los filtros, lo que se dice es: ‘Yo quiero ser como el inspector de Hacienda, yo firmo las actas y tal’. Bueno, a pesar de que por sentido común no se puede dejar esto a lo que diga un inspector, encargamos a la comisión ejecutiva un estudio a ver cómo funcionaba, que como usted indica se mete en 2003, antes de que yo entrara, pero a mí me pareció razonable…Lo que se hizo fue un estudio, que por cierto hizo Oliver Wyman, está en el Banco y se podría mirar, en el que se le pidió que nos dijera si en los principales países, Francia, Reino Unido, etcétera, y en dos que nos parecían importantes, Canadá y Australia porque habían llevado bien la crisis, si esto de que además de un inspector, lo viera un jefe de grupo, lo viera otro, lo viera algún encargado de riesgo, lo que llamaban los inspectores los filtros, era peculiar del Banco de España o no. Y lo que dice el informe es que todos los países hacen eso. Para un tema tan delicado como es intervenir un banco, para una decisión de este tipo, no tiene sentido que el inspector del Banco de España sea como el de Hacienda, que hace un acta y se ha acabado. Eso tiene problemas también para Hacienda, y puede hacer quebrar una empresa. Es que cargarse un banco es un tema muy gordo. Lo que hace el Banco de España es eso que ellos llaman sistema de filtros, pero significa que una decisión no se toma sin haberla estudiado concienzudamente por los distintos niveles.

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  5. Transcurrido ya algo más de un año desde la puesta en funcionamiento del del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), la Asociación de Inspectores del Banco de España (AIBE) cree que resulta necesario hacer una profunda reflexión sobre la forma en la que se ha diseñado la estructura y puesta en funcionamiento del MUS ya que, a nuestro juicio, presenta importantes deficiencias que pueden comprometer la eficacia de la labor supervisora, por lo que sería conveniente que se llevaran a cabo ciertas reformas para que pueda alcanzar su objetivo de realizar una supervisión más sólida de las entidades financieras.

    Consideramos que las autoridades españolas, en especial el Banco de España, deberían abandonar la pasividad y autocomplacencia que han venido mostrando desde la entrada en vigor del MUS, situación que contrasta con la actuación de autoridades supervisoras de otros países (del área del euro).

    Por el contrario, deberían seguir una estrategia
    clara para que, dentro de los límites que permite el Reglamento europeo, se pueda salvaguardar nuestro modelo supervisor, al menos en las inspecciones que se lleven a cabo a las entidades españolas, ya que creemos que a lo largo de nuestra historia los inspectores hemos demostrado que es el sistema más eficiente para detectar posibles problemas en las mismas.

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  6. Pedro Luis Sánchez, presidente de la Asociación de Inspectores del Banco de España -que agrupa al grueso de estos supervisores- describió el 3 de octubre de 2017, ante la comisión parlamentaria de investigación de la crisis bancaria, un inquietante panorama en el que no se supervisa bien y, además, se represalia a los inspectores críticos. "No se está llevando a cabo una auténtica supervisión in situ de las entidades de crédito europeas, no se está comprobando con todo rigor el cuadro contable, la conciliación contable, los datos de origen, los datos de balance, etcétera, desde hace ya casi tres años. Esa es la realidad en la que vivimos y es nuestra obligación desde la prudencia, pero también desde la honestidad para con el Banco de España y para con ustedes, transmitírsela", alarmó Sánchez a los diputados."Estamos en una situación realmente complicada y podemos llegar a una situación todavía más complicada", dijo en alusión a que, a su juicio, no está funcionando el sistema europeo de supervisión y regulación al que se ha sometido desde 2014 el Banco de España.

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  7. El secretario de la Asociación de Inspectores del Banco de España, José Antonio Delgado, ha expuesto a los diputados de la comisión de investigación de la crisis bancaria un duro informe en el que denuncia "la captura del supervisor" por "la influencia de las entidades supervisadas". Su análisis es que una de las causas de no haber atajado a tiempo la crisis y estar expuestos ahora a nuevas dificultades en el sector financiero es la influencia de la banca sobre el Banco de España. "Queremos señalar la captura del supervisor ante la influencia de las propias entidades supervisadas", sostiene Delgado, que representa al grueso de los miembros de la Inspección del Banco de España. Se ha llegado al punto de que los superiores de los inspectores han abortado actas de inspección y relajando medidas sobre la banca."La influencia de la industria ha ido modulando la supervisión, de modo que con un supuesto buen clima de diálogo entre supervisor y supervisado, se ha ido relajando la aplicación de medidas correctivas sobre las deficiencias observadas por los inspectores, sustituyendo la emisión de actas de inspección por relaciones de hechos o meras recomendaciones, cuyo seguimiento ha presentado notables lagunas", sostiene el inspector.

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  8. Andrea Enria, recientemente elegido nuevo responsable del Mecanismo Unificado de Supervisión del Banco Central Europeo, manifestaba públicamente haber identificado serias deficiencias supervisoras de la etapa anterior. Decía, por ejemplo, que “se llega a omitir la clasificación como morosas de operaciones que jurídicamente lo son”.

    Otras graves deficiencias son que las normas internacionales de contabilidad, aplicadas de forma simplista, permiten evitar o diferir el registro de pérdidas esperadas, que son el meollo de la insolvencia. Además permiten contabilizar intereses incobrables, especialmente en operaciones refinanciadas. Y sustituyen la valoración de activos caso a caso por modelos teóricos matemáticos y pruebas de esfuerzo poco fiables, elaborados ambos por las propias entidades.

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