sábado, 10 de marzo de 2012

La pesca

El mundo se enfrenta a un grave problema de sobrepesca. Decenas de especies, como el atún rojo, están siendo esquilmadas más allá del punto en que pueden recuperarse naturalmente. Los pescadores de los países industrializados han de desplazarse cada vez más lejos, afectando, allí donde van, a la pesca artesanal local.


Así se pierden 100.000 empleos al año. Pero el problema va mucho más allá: además de condenar al hambre a poblaciones que viven de la pesca artesanal, nos arriesgamos a romper el frágil equilibrio ecológico de los océanos y provocar problemas imprevisibles (proliferación de algas al eliminarse a los peces que viven de ellas, reducción del oxígeno en el agua marina, aumento de especies molestas como las medusas...).

La Comisión Europea ha presentado su propuesta de financiación del sector para el período 2014-2020. Pero no es suficiente. De acuerdo con Miguel Ortega Cerdá, coordinador político de OCEAN2012 en España, sería necesario:

  1. Aumentar la financiación en algunos aspectos de gestión pública que resultan críticos para asegurar la viabilidad del conjunto del sector, tales como un mejor conocimiento científico, más recursos para mejorar la gestión pesquera (por ejemplo para apoyar la creación de áreas de cogestión pesquera o los planes plurianuales a través de los cuales se deberán gestionar las pesquerías), y mayor financiación para un mejor control de la pesca ilegal, no registrada y no deseada.
  2. Dejar de financiar directa o indirectamente las flotas en las que existe una sobrecapacidad.
  3. Distribuir más equitativamente los recursos públicos estableciendo límites máximos a la cantidad que pueda recibir cada armador.
Personalmente creo también imprescindible que la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (o, en cada zona, un organismo regional equivalente, caso de existir) después de estudios científicos muy rigurosos, establezca las cantidades máximas de cada especie que cada año se pueden pescar en cada zona sin reducir más de un 30% el número de individuos del punto óptimo (aquel en el que la especie ya no podría crecer más por razones naturales, aunque dejara de pescarse).

La pesca ilegal debería ser severamente reprimida, con sanciones muy elevadas a los armadores y embargo comercial a los productos pesqueros de los países que no las apliquen.

Debería prohibirse directamente la pesca de especies cuyo consumo resulta peligroso por los metales pesados que acumulan (por ejemplo, el pez espada, o determinados tipos de atún). Evidentemente también habría que liberar a los océanos de basura y contaminantes, pero ése será el tema de otra entrada.

En cambio, debería potenciarse la acuicultura, tanto de agua salada como de agua dulce, distribuyéndola de forma extensa por las costas y los ríos, y procurando no sobrealimentar con nutrientes a los animales confinados, para evitar la contaminación de la zona.

6 comentarios:

  1. Según un informe reciente de la New Economic Foundation solo la restauración de 43 caladeros de peces de aguas europeas generaría unos desembarques adicionales por un valor anual de 3.200 millones de euros, un importe nada despreciable y que representa más de cinco veces el valor de las subvenciones pesqueras pagadas cada año a los Estados miembros de la UE.

    Teniendo en cuenta los beneficios de restaurar las pesquerías y que la propia Comisión Europea reconoce que, hasta el momento, una parte significativa de las subvenciones pesqueras han contribuido a la sobreexplotación del recurso pesquero (inyectando dinero a un modelo obsoleto que ha acabado con nuestros mares), resulta coherente exigir que el apoyo del sector público cambie en profundidad. La financiación pública debe tener como principal objetivo la transición hacia unos mares más sanos. Por ello debe apoyar aquellos modelos pesqueros más sostenibles y selectivos, y sobre todo la mejora en los conocimientos científicos, y la gestión de las pesquerías, actividades que harán que nuestras poblaciones de peces estén en mejor estado en un futuro.

    En definitiva, es necesario que las ayudas públicas dejen de ser parte del problema para transformarse en parte de la solución a la actual crisis de la pesca.

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  2. "El 19% de los recursos está sobreexplotado y el 8% agotado", aunque la situación "es relativamente estable en los últimos 10-15 años", sostiene la FAO en su informe mundial sobre la pesca publicado en marzo de 2009. Frente al 27% de los recursos mundiales de pesca que estarían sobreexplotados o agotados, el 20% tiene una explotación moderada y el 1% está en recuperación "tras haber estado agotadas", dice la FAO. Y el 52% de las capturas está "alrededor de sus límites máximos sostenibles".

    Mirando a Europa, un documento de la Comisión Europea (Reflexiones sobre la Política Pesquera Común) asegura que la productividad de las reservas "está amenazada porque la capacidad de reproducción es reducida. El 80% de nuestras reservas

    se pescan tan intensamente que el rendimiento es reducido".

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  3. Para el sistema del carné por puntos se ha tomado como referencia el existente para el carné de conducir, pero a la inversa. En lugar de asignar unos puntos y reducir los mismos en función de las infracciones, en la pesca se asignan puntos según cada tipo de infracción que van desde los tres a los siete. Esta asignación de puntos se puede aplicar en un mismo acto ilegal, tanto a la licencia del barco, el armador, al patrón o al capitán de la embarcación en función de la naturaleza, el valor o los daños y perjuicios causados al medio ambiente y a los recursos marinos.

    En el caso del barco, el armador perderá la licencia durante dos meses si suma sanciones por 18 puntos, por cuatro meses con 36 puntos, por ocho meses por 54 puntos y de un año por 72 puntos. Si suma 90 puntos, perderá la licencia de forma permanente. Caso de la venta de un barco, en la operación también se incluyen los puntos. Si un barco se halla faenando con la licencia suspendida o retirada, podría quedar inscrito en la lista mundial de barcos ilegales.

    En el caso del patrón o el capitán, la persona quedará inhabilitada para desarrollar su actividad durante dos meses con 30 puntos, cuatro meses con 70 puntos, ocho meses con 100 puntos y un año con 130 puntos.

    Todos los puntos figurarán en el Registro Nacional de Infracciones. Es posible la redención de puntos si no hay infracciones durante tres años. Igualmente se pueden reducir dos puntos por conductas que contribuyan a una buena aplicación de la política de pesca.

    Además de la asignación de puntos, el nuevo sistema contempla una actualización de las multas ya existentes que irán desde los 60 euros para faltas leves a los 300.000 euros para las muy graves.

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  4. El 5 de junio de 2016 entrará en vigor un tratado por el que cada Estado firmante señalará en qué instalaciones permite la descarga de buques pesqueros extranjeros (se entiende que cada país controla su propia flota). En unos casos serán varios y en otros, como Uruguay, solo uno.

    El protocolo establece que los barcos foráneos tienen que enviar con antelación a las autoridades portuarias del lugar en que pretendan entrar —aunque sea para repostar— un documento estandarizado con información sobre la embarcación, sus autorizaciones y las capturas que transporta. Dichas autoridades examinarán este documento en busca de datos sospechosos o que no cuadren. Y entonces decidirán si le deniegan el paso (salvo en casos de emergencia) o le dejan entrar y, en este último caso, si lo inspeccionan, también siguiendo los estándares del tratado.

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  5. El 93 % de los caladeros del Mediterráneo están sobreexplotados. Gestionando las capturas de forma sostenible podrían capturarse en la UE dos millones de toneladas más cada año y crear más de 92.000 empleos.

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  6. El 54% de las pesquerías de altura del mundo pierden dinero, y sólo se mantienen por las subvenciones de los gobiernos. Y España es un buen ejemplo de ello, ya que, después de Japón, es el país que da más ayudas públicas a la pesca en relación al valor en lonja de las capturas. Así lo afirma un estudio realizado por ocho científicos de EEUU, Canadá, y Australia, y coordinado por el biólogo español Enric Sala, director del Proyecto Mares Prístinos de National Geographic.

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