martes, 12 de junio de 2012

El papel del BCE

La principal tarea del Banco Central Europeo, según se lee en su sede, es "mantener el poder de compra del euro y, de este modo, la estabilidad de precios en el área euro".

Resumiendo, luchar contra la inflación. Persiguiendo este objetivo, el BCE no ha vacilado en subir los tipos de interés en momentos sumamente perjudiciales para la economía europea.


La Reserva Federal Estadounidense tiene otros cometidos, tan amplios que los recoge en un libro entero. Pero su política monetaria consta de tres principios, y su orden no es casual: promover el máximo empleo, precios estables y tipos de interés moderados a largo plazo. Por eso ha llevado a cabo políticas de "relajación cuantitativa" (inundando el mercado de liquidez) que han conseguido sacar a la economía estadounidense de su marasmo.

El diferencial con el bono alemán, es decir, la prima de riesgo, no se debe a la situación fiscal o económica de los países que en la eurozona sufren una alta prima, sino a la especulación sobre la permanencia en el euro de determinados países. El Reino Unido tiene una deuda casi del 90% de su PIB, cuando España no llega al 75%. Y sin embargo, a 12-06-2012 la prima de riesgo del Reino Unido es de ¡solo veintinueve puntos! cuando España supera los 500. ¿Por qué? Porque el Tesoro Británico actúa aún como banco emisor de moneda, y los inversores tienen la seguridad de que, si el Gobierno británico se viera en dificultades para devolver sus vencimientos de deuda, simplemente daría al emisor la orden de "imprimir billetes".

El Banco Central Europeo ya ha actuado como defensor de la moneda única comprando, en determinados momentos, deuda de los países acosados en el mercado secundario. Es necesario modificar los tratados y cuantas disposiciones hagan falta para que el BCE añada a sus funciones la de defensor del euro. Tendría entonces la obligación de acudir a las subastas de deuda primarias y secundarias de los países con la moneda única para, en todos los casos, impedir que la prima de riesgo superara los 500 puntos.

Para tal función usaría sus propios fondos o, caso de juzgarlo necesario o conveniente, crearía, en su función emisora, el dinero necesario.

Tal función de salvaguarda no tendría que suponer un gasto. Primero: al saber los mercados que la va a ejercer en caso necesario, cuidarían de no dejar que la prima subiera por encima del límite, pues perderían la oportunidad de cobrar los intereses de ese país.

Segundo, recordemos que lo que compraría el BCE son activos de deuda, es decir, productos financieros que proporcionan un rendimiento. Una letra de 10.000 euros a un año que se compra al 5% proporciona 500 euros. Además, cuando la tensión se relaje, el BCE puede volver a vender la deuda comprada, de cuyo interés se ha beneficiado durante el tiempo que la ha mantenido, y sin pérdidas.

Tercero, la aportación al mercado de más liquidez no tiene por qué suponer un aumento de la inflación. El BCE mantendría su función de fijar los tipos de interés, con lo que podría acotar cualquier brote inflacionario.

Esta manera de funcionar sería mucho más flexible que los eurobonos, requeriría menos modificaciones legales para su puesta en práctica, despertaría menos recelos y sería una barrera eficaz contra los asaltos de los mercados.

Cuatro países, a los que pronto se añadirá Chipre, han tenido que ser rescatados, a un coste inconmensurable, y con resultados muy insatisfactorios, por los ataques de la prima de riesgo a sus economías. ¿A qué esperan los líderes europeos para ponerles coto de una vez?

10 comentarios:

  1. La primera condición para que el euro se salve es una intervención rotunda e inmediata del BCE.

    El Consejo Europeo del próximo 28 es decisivo para calcular si el euro tiene algún futuro o si se desmoronará con rapidez, con la posible quiebra de España e Italia, debido a la falta de respuesta de sus dirigentes y a la ausencia de intituciones e instrumentos para hacer frente a la crisis financiera; crisis que está contaminando a la economía mundial. Si de la cumbre salen las mismas promesas de futuro de siempre (más unión fiscal, retales de fondos estructurales para alimentar las ilusiones de recuperación), la moneda única tiene poco futuro. No es que Europa no necesite más homogeneidad fiscal, ni que haya que renunciar a la unión bancaria; es que son objetivos a medio plazo y el euro lucha por su supervivencia inmediata. Aquí y ahora.

    Lo que se pide al Consejo Europeo son decisiones inmediatas. La primera, que el BCE compre deuda para salvar la solvencia de los paises en riesgo de intervención mientras se concretan los términos del rescate bancario (caso de España). La segunda decisión es una nueva ronda de financiación bancaria a largo plazo. España e Italia necesitan un enfriamiento intenso y prolongado de las tensiones financieras. A partir de ambas decisiones, es posible elaborar planes estructurales, como la unidad fiscal y bancaria.

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  2. El BCE garantiza toda la liquidez necesaria ante las elecciones griegas.

    “Aquí hay riesgos muy serios de empeoramiento”, ha dicho este viernes el presidente del BCE, Mario Draghi, en una conferencia en Fráncfort, “y tienen que ver con la mayor incertidumbre”.

    Para ahuyentarlos, el órgano que dirige “está preparado” para actuar. “Los bancos que lo necesiten” obtendrán liquidez, declaró Draghi, siguiendo en la línea “que el BCE ha trazado en la crisis”. El objetivo es evitar que se colapse el sistema de préstamos en Europa. La semana pasada el Consejo de Gobierno del BCE acordó mantener los tipos de interés oficiales en el 1%, la tasa más baja de su corta historia (e intensa). No obstante, Draghi abrió la puerta a una posible bajada como respuesta a un agravamiento de la crisis.

    El banco emisor de la divisa común europea ya ha realizado en el último medio año dos grandes subastas de liquidez a intereses muy bajos (al 1% y a devolver en tres años). En total, una lluvia de un billón de euros sobre los bancos europeos. Aquellas operaciones, según defiende Draghi, “no dispararon el riesgo de inflación en ningún país socio del euro”.

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  3. Francisco González , presidente del BBVA, aseguró en Santiago que poner fin a la presión de los mercados sobre la deuda de algunos países como España tiene una vía política, «fácil», que fundamentalmente depende de Alemania. Hay que darle poder al Banco Central Europeo para que compre deuda o preste dinero a los países por medio de un instrumento como puede ser el Fondo de Estabilidad Permanente. Pocos días tardarían en volver a crecer y en volver a la normalidad los mercados.

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  4. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, propone diseñar ya un plan, un calendario y unas condiciones para conseguir la unión fiscal y bancaria europea, algo que, a su juicio, "se impone" como "inaplazable" en el proceso de construcción europea. Además, defiende la intervención del Banco Central Europeo (BCE) para estabilizar los mercados financieros y para reducir las primas de riesgo.

    Así se recoge en la extensa carta, de cinco páginas, que el jefe del Ejecutivo ha enviado al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

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  5. No me cuesta nada decir que Rajoy tiene toda la razón en decir que el BCE tiene que actuar.

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  6. El coordinador federal de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, ha reclamado este jueves que el Banco Central Europeo (BCE) vuelva a comprar deuda pública de los estados de la Eurozona, advirtiendo que de no hacerlo los países como España seguirán estando "a expensas de los especuladores financieros", y ha exigido también la puesta en marcha de un "plan Marshall" del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para impulsar la economía productiva.

    En declaraciones a los medios a la salida del Pleno del Congreso, Lara ha apuntado que "la máxima emergencia en este momento es que cada día es un día de más máxima emergencia", y que en lugar de ir por un "proceso decreciente que lleve a la tranquilidad" la situación "se está agravando" y "hay que reaccionar".

    Por eso, ha lamentado el "drama" de que la Unión Europea y los estados miembro no se comprometan a que el BCE "intervenga directamente para comprar deuda pública de los países" ya que, a su juicio, mientras eso no ocurra, España "seguirá estando a expensas de los especuladores financieros y de las agencias de calificación, que todo el mundo sabe que tienen señor y a quién sirven en concreto".

    "La decisión política de que el euro no peligre más y no esté siendo cada vez más un problema para los países del sur la tienen en su mano los dirigentes políticos, que tienen que decidir que intervenga no sólo el BCE sino también el BEI para hacer una especie de Plan Marshall que ponga en marcha la economía productiva, que es la única que nos puede salvar del deterioro y la recesión de nuestra economía", ha zanjado.

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  7. La puesta a disposición de los bancos españoles de una línea de crédito de 100.000 millones de euros no ha bastado para disipar las dudas, entre otras cosas porque se ha hecho de manera confusa, sin aclarar ni las condiciones del préstamo ni la cuantía final que alcanzará. También, por las disputas generadas en torno a su impacto en el déficit, la deuda pública y la política económica del Gobierno. La calamitosa forma de comunicar el tema no ha hecho sino aumentar el nerviosismo de los mercados, que apuestan desde hace meses, con más pasión que lógica, por una ruptura de la moneda única. Y esta semana pasada hemos visto con qué facilidad se contagia a la deuda soberana cualquier incertidumbre sobre el comportamiento de la banca. Es urgente garantizar la sostenibilidad de aquella cuanto antes, si no queremos que una eventual intervención del Reino de España acabe por generar un efecto dominó en toda la eurozona. La única forma posible de hacerlo es una declaración clara y contundente del Banco Central Europeo en el sentido de que comprará de forma ilimitada deuda soberana de los países del área, tanto en el mercado secundario (según ya hizo en agosto), como en el primario a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad, en cuanto se ratifique su creación por los respectivos Parlamentos.

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  8. La construcción de la UE atraviesa sus semanas más peligrosas y hay ya poco tiempo para reaccionar. Alguien tan poco dado a dramatizar como el exresponsable de la política exterior y de seguridad de la UE Javier Solana advirtió que tiene que acabar de una vez “este juego macabro”. No es cierto que no haya forma de pararlo. El Parlamento Europeo, por ejemplo, con el apoyo de una gran mayoría, aprobó el pasado miércoles un doble paquete de normas que dibuja una salida estable, incluyendo un Fondo de Amortización de Deuda que absorba la que supere el 60% del PIB de los países en problemas y que permita refinanciarla a 25 años y a un 3% de interés.

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  9. Como se ha repetido en los últimos meses: sólo con crecimiento se pagan las deudas. Del bucle diabólico en el que está inmersa nuestra economía se puede salir,pero sólo si se camina por el sendero correcto, al ritmo adecuado y, sí, con ayuda del exterior. Recapitalizar los bancos no debe pasar por aumentar la deuda de un Tesoro que tiene que hacer frente al impacto negativo que sobre la recaudación va a tener una W de nuestro ciclo económico, sino por los mecanismos europeos o internacionales de financiación. Pero también desde fuera debe venir la solución, o al menos el alivio, para los costes de endeudamiento del Tesoro. Nos referimos al BCE y a la imprescindible reactivación del eficaz programa de compra dedeuda en el mercado secundario. Por último, una de las vías para reactivar el ciclo económico o al menos para tratar de minimizar la contracción del PIB, también debe proceder del exterior, en concreto, de la demanda externa. Las empresas españolas han demostrado ser capaces de exportar, de tener un muy buen
    producto en el segmento de tecnología media/alta. Ahora,la estrategia debe ser aumentar la cuota de mercado donde la penetración es todavía insuficiente y el potencial es elevado: Asia.

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  10. Altos cargos de los ministerios de Finanzas de la zona euro ultimaron el pasado martes los detalles de un plan para bajar la prima de riesgo de los países en dificultades. Dicho mecanismo estará, en teoría, a disposición de todos los Estados que lo soliciten, pero está diseñado al milímetro para el caso de España y, quizás, de Italia. A falta de perfilar algunos flecos, el Banco Central Europeo (BCE) compraría deuda en el mercado secundario del país en cuestión, mientras que el fondo de rescate europeo se centraría en el primario.

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