domingo, 14 de agosto de 2011

Para evitar el colapso general

Una carta reciente de Albert Gimpera me mueve a escribir una entrada cuyas líneas generales tenía pensadas hace tiempo.

El declive del capitalismo

Veinte años después del hundimiento del comunismo soviético, parece que empiezan a aparecer grietas en un sistema que desde hace tiempo da muestras de un agotamiento y decadencia acentuados por la actual crisis sistémica: el capitalismo liberal.

El sistema del capitalismo global actualmente vigente no solo es un sistema profundamente injusto en cuanto a la redistribución de la riqueza y muy poco racional en cuanto a la destrucción ecológica y el derroche de recursos: es básicamente insostenible por la sencilla razón de que la pretensión de crecer indefinidamente, inherente a la lógica a la que empuja el propio capitalismo, no es factible en un mundo que es finito y con unos recursos limitados. La crisis ecológica, la destrucción y agotamiento de recursos naturales no renovables o la actual crisis sistémica no serían más que manifestaciones de un mismo problema. Este sistema, pues, no solo no es sostenible a largo plazo, y del mismo modo que tuvo un principio en un momento determinado, algún día también tendrá un fin determinado por el agotamiento de su ciclo histórico.


El comentario del libro La quiebra del capitalismo global va en el mismo sentido:

La obra pretende prepararnos para el comienzo del colapso de la Civilización Industrial. Un colapso que va a llegar como consecuencia de la crisis global y multidimensional que vivimos, caracterizada por el caos sistémico, la ruina ecológica y las guerras por los recursos. El inicio del fin de la energía fósil está en el corazón de esta crisis, que acarreará una ruptura histórica total. La quiebra del capitalismo global en el periodo 2000-2030 es el primer paso del largo colapso de la Civilización Industrial, que seguramente durará dos o tres siglos. La historia del capitalismo es la del consumo creciente y añadido de distintas fuentes energéticas. Pero esto llega a su fin, ya que estamos atravesando el momento de máxima extracción del petróleo, al que seguirá el del gas y, como tarde en 2030, el del carbón. Esto disparará los precios y quebrará el business as usual. Sin fuentes energéticas baratas y abundantes el comercio mundializado y el capitalismo global son imposibles. Es más, el crecimiento económico continuado tampoco es factible y, sin crecimiento, es inviable el mantenimiento de la sobredimensión financiera actual.


(dibujo de Miguel Brieva publicado en El País del 20/08/2011. 
Intenté contactar con él para pedirle permiso para publicar su dibujo en este blog, 
pero no encontré su correo electrónico)

Es muy simple: si nos comemos todo lo que hay en la despensa, llegará un día en que no quedará más y nos moriremos de hambre. Nuestra despensa es el planeta y estamos consumiendo sus recursos a dos veces y media la velocidad con que los regenera. Lo cual ya sería malo, pero es que además estamos envenenando su mares con mercurio (recordemos: no es aconsejable que las personas coman más de una vez al mes grandes peces como salmón o atún por el mercurio que acumulan) y plástico. También estamos introduciendo en la atmósfera gases que propician el calentamiento, el cambio climático, un aumento de las sequías y las inundaciones y el deshielo de los polos.


Está claro que debemos empezar a reducir el consumo de recursos hasta llegar al ritmo en que la Tierra los va generando, y adoptar los principios de la economía estacionaria:

  1. Mantener la salud de los ecosistemas.
  2. Extraer los recursos renovables, como madera y pesca, a un ritmo no superior al que se regeneran.
  3. Consumir recursos no renovables, como combustibles fósiles y minerales, a un ritmo no superior al descubrimiento de nuevos yacimientos.
  4. Verter los residuos al entorno a un ritmo no mayor que el de su asimilación natural e inocua.
Pienso, incluso, que se debería ir más allá. Creo necesario que debe fijarse como objetivo que ningún país tenga más población que la sostenible por las calorías de agricultura, ganadería o pesca que ese país pueda producir de modo permanente sin arrasar sus ecosistemas. Esto debe entenderse en conjunto. Por ejemplo, en Islandia la agricultura es muy difícil, pero la pesca da grandes rendimientos. No se trata de que cada país se autoabastezca e impedir el comercio, sino de fijar un primer criterio de sostenibilidad.


Además, opino que los anteriores puntos 3 y 4 deben ser aún más restrictivos:

  1. Consumir energía solo de fuentes renovables y desarrollar el reciclado al máximo de modo que el consumo de recursos no renovables (minerales) sea el mínimo imprescindible. Por ejemplo, un teléfono móvil es reciclable al 90%. Todo lo que consumimos, desde una bombilla hasta un avión, puede diseñarse para superar esa cifra.
  2. Depurar estrictamente todas las aguas residuales y convertir la materia fecal en metano. Fermentar los residuos sólidos urbanos con el mismo propósito y utilizar el gas para quemar lo restante, filtrando los gases de combustión. Desarrollar productos y métodos de fabricación que permitan el reaprovechamiento total.
EL FUTURO SERÁ VERDE O NO SERÁ

9 comentarios:

  1. En http://blogs.publico.es/dominiopublico/3878/las-sirenas-del-crecimiento/ Florent Marcellesi, Miembro de la Comisión Promotora de Equo, propone:

    Primero: establecer los límites y fijar umbrales de recursos y emisiones per capita, así como objetivos de reducción del consumo diferenciando entre países del Norte (contracción) y del Sur (convergencia).

    Segundo: construir una macroeconomía ecológica que integre las variables ecológicas donde la estabilidad no dependa del crecimiento, donde la productividad del trabajo no sea el factor determinante y que supere definitivamente el PIB como indicador principal de riqueza.

    Tercero: relocalizar la economía en torno a actividades poco intensivas en energía pero sí en mano de obra y que creen utilidad socioecológica.

    Cuarto: invertir masivamente en tecnologías y energías limpias, en la mejora de los ecosistemas y en los sectores sostenibles (véase el New Deal Verde).

    Quinto: hacer un uso masivo de la reducción de la jornada laboral y del reparto del trabajo, incluyendo el de los cuidados.

    Sexto: redistribuir la riqueza a través de una renta máxima, una renta básica de ciudadanía y una fiscalidad sobre los capitales y los recursos naturales.

    Séptimo: convertir la “banca ética” en norma para el sector financiero y retomar el control democrático de la moneda.

    Octavo: desmantelar la lógica social del consumismo educando para “vivir mejor con menos” regulando la publicidad comercial (reducción de su presencia en los espacios y medios públicos y creación de un órgano de control independiente).

    Noveno: reestructurar nuestras ciudades y territorios hacia la autosuficiencia energética y la soberanía alimentaria.

    Décimo: poner en marcha una democracia participativa como instrumento vertebrador de una transición exitosa.

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  2. Según los últimos datos de la Global Footprint Network (Red de la Huella Ecológica Global) y del centro de estudios londinense NEF (siglas en inglés de Fundación para una Nueva Economía), creadores del Día de la Huella Ecológica, al actual ritmo de consumo los recursos generados por el planeta sólo permiten satisfacer la demanda de esos recursos hasta el 27 de septiembre: todo lo que se consume hasta final de año es a cuenta de recursos que el planeta no puede producir y de contaminantes que la tierra no es capaz de absorber.

    (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Tierra/entra/hoy/deficit/ecologico/elpepisoc/20110927elpepisoc_9/Tes)

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  3. Tiene razón José María Ridao en su artículo La socialdemocracia en su laberinto (EL PAÍS, 24 de abril), cuando afirma que no solo es la socialdemocracia la que está en crisis sino el propio sistema neoliberal con su sector financiero desregulado campando a sus anchas y poniendo en jaque a las democracias europeas.

    Muchos pensamos —aunque una parte todavía exigua entre los miles de millones de personas en edad de votar— que esta crítica se queda corta si queremos presenciar el panorama del futuro que se nos abre ante nuestros ojos. No solo estamos padeciendo una crisis económica profunda e incubando una crisis democrática, sino que las décimas de fiebre del enfermo se pueden traducir en un aumento de varios grados por las crisis energética y ecológica. Y esto ya no pone en cuestión al sistema neoliberal sino al propio sistema económico capitalista que nos ha metido en vena la necesidad de un crecimiento continuo. Ahora que está de actualidad la pregunta ¿Es tan difícil entender que no hay dinero?, podemos recordar esta otra pregunta recurrente ¿Es tan difícil comprender que no se puede crecer indefinidamente en un planeta limitado? Supongo que algunos de los políticos que acceden al poder son conocedores de la situación, pero que no elevan esta cuestión decisiva hasta las altas instancias mundiales porque pensarán que “no toca”. Y, entonces, ¿cuándo toca? Según datos de fuentes fiables queda un periodo de 25 años o menos para reaccionar, para de manera concertada, pautada y controlada encarar un periodo de decrecimiento que nos encarrile hacia la sostenibilidad con el Planeta.

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  4. Si los habitantes de la Tierra no modifican radicalmente sus hábitos de consumo voraz y la población mundial continúa creciendo de manera descontrolada, las consecuencias para la naturaleza y, consecuentemente, para las generaciones venideras, serán nefastas.

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  5. El informe GEO-5, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) es muy alarmante: el objetivo de contener el calentamiento en dos grados para final de siglo se aleja; los océanos son cada vez más ácidos; la biodiversidad desaparece a un ritmo desconocido desde la extinción de los dinosaurios y la deforestación está alcanzando tales cotas que supondrá un coste para la economía mundial superior a las pérdidas derivadas de la crisis financiera de 2008.

    La ONU recomienda a los Gobiernos que, entre otras cosas, acaben con las subvenciones a los combustibles fósiles.

    Todos los países deberían comprometerse a vigilar y evaluar su propio medio ambiente e integrar la información social,
    económica y ambiental para sustentar en esa información
    los procesos de adopción de decisiones. Debido a la
    necesidad de contar con enfoques estandarizados para la
    recopilación de datos, se debe fortalecer la cooperación
    internacional y la creación de capacidades para la
    recopilación de datos. Asimismo es fundamental mejorar
    el accesso a la información.

    Es necesario utilizar el agua de manera más eficiente.
    El 92 por ciento de la huella hídrica mundial total guarda
    relación con la agricultura. La eficiencia del riego y la
    reutilización del agua podrían mejorar en alrededor de un
    tercio, sencillamente aplicando la tecnología disponible
    (gráfico 4). Asimismo, la prevención y reducción de la
    contaminación de las aguas, tanto de fuentes localizadas
    como difusas, también son medidas fundamentales para
    mejorar la disponibilidad de agua para usos múltiples.

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  6. * Agua dulce

    La gestión integrada de los recursos hídricos; la
    conservación y el uso sostenible de los humedales;
    la promoción de la eficiencia del uso del agua; la
    medición del consumo de agua y tarifas basadas en
    el uso, aplicadas a nivel nacional o subnacional; el
    reconocimiento de que el agua potable y el saneamiento
    son un derecho humano básico y necesario; cargas
    por efluentes.

    * Diversidad biológica

    Instrumentos de mercado para los servicios de los
    ecosistemas, incluidos pagos por servicios ecosistémicos
    y la reducción de las emisiones debidas a la
    deforestación y la degradación forestal; el
    aumento del número de áreas protegidas; la gestión
    sostenible de áreas protegidas; la diversidad biológica
    transfronteriza y corredores de vida silvestre; la
    participación y gestión comunitarias; y prácticas
    agrícolas sostenibles.

    * Cambio climático

    La eliminación de subsidios perversos o perjudiciales
    para el medio ambiente, especialmente a los
    combustibles fósiles; impuestos a las emisiones de
    carbono; incentivos forestales para la captura de
    carbono; regímenes de comercio de emisiones; seguro
    contra el clima; creación de capacidad y financiación;
    preparación para el cambio climático y adaptación al
    cambio climático, como la protección de infraestructuras
    contra el clima.

    * Tierra

    La gestión integrada de las cuencas hidrográficas; el
    crecimiento inteligente en las ciudades; la protección
    de tierras agrícolas más productivas y los espacios
    verdes; el manejo integrado de plagas y la agricultura
    sin labranza y/u orgánica; una mejor gestión forestal;
    el pago por servicios ambientales;
    agroforestería y prácticas silvopastorales.

    * Productos químicos y desechos

    El registro de productos químicos; la responsabilidad
    ampliada del productor; el rediseño del producto
    (diseño para el medio ambiente); el análisis del
    ciclo de vida; la reducción, reutilización y reciclado y la producción menos contaminante; sistemas nacionales y regionales de tratamiento de desechos peligrosos; control de exportaciones e importaciones inadecuadas de desechos y productos químicos peligrosos.

    * Energía

    Transferencia y aplicación de tecnologías de ahorro de
    energía; la promoción de la eficiencia energética; mayor
    uso de energías renovables; tarifas preferenciales para la
    compra de energía de fuentes renovables; eliminación de
    los subsidios a los combustibles fósiles; zonas de
    bajas emisiones dentro de las ciudades; investigación y
    desarrollo, especialmente para baterías y otras formas
    de almacenamiento de energía.

    * Mares y océanos

    La gestión integrada de zonas costeras (de las cimas a
    los arrecifes); áreas marinas protegidas; instrumentos
    económicos, tales como el cobro a los usuarios.

    * Gobernanza ambiental

    Participación de múltiples actores y niveles múltiples;
    mayor uso del principio de subsidiariedad; gobernanza
    en los niveles locales; sinergias normativas y
    eliminación de conflictos; evaluación ambiental
    estratégica; sistemas de contabilidad que valoran el
    capital natural y los servicios de los ecosistemas; mejor
    acceso a la información, la participación y la justicia
    ambiental; fortalecimiento de la capacidad de todos
    los agentes; mejores sistemas de monitoreo y fijación
    de metas.

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  7. En algún momento de esta semana el planeta habrá alcanzado los 7.000 millones de habitantes. Mil millones más que hace 12 años y el doble que a finales de los sesenta. El crecimiento acelerado de la población mundial dispara las alarmas malthusianas sobre el agotamiento de los recursos naturales y la brecha demográfica entre las diferentes regiones del mundo. ¿Podemos gestionar un planeta con tanta gente?

    Ante este panorama, ¿podemos limitar el crecimiento de la población o estamos condenados a gestionar un planeta con más habitantes? Algunos de los países afectados por las altas tasas de crecimiento llevan décadas impulsando iniciativas más o menos agresivas de control de la fertilidad, desde la política de un único hijo en China hasta los programas masivos de esterilización de India, que alcanzan al 37% de las mujeres que hasta entonces usaban otros métodos anticonceptivos. Sin embargo, no solo estas políticas han demostrado ser ineficaces a la hora de detener el crecimiento acelerado de la población, sino que han derivado en consecuencias indeseables como la selección de fetos por razones de género.

    No hay balas de plata. Los expertos e informes consultados sugieren que la respuesta a la superpoblación es el camino largo del desarrollo y las soluciones cooperativas. Por un lado, solo de este modo podemos garantizar la sostenibilidad social y ecológica del planeta; por otro, la prosperidad económica y el acceso a oportunidades como la educación han demostrado ser el modo más eficaz de reducir las tasas de fecundidad.

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  8. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzó un nuevo récord histórico en 2011, según reveló el 20 de noviembre de 2012 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su informe anual. Los niveles de dióxido de carbono, cuyas emisiones están provocadas por la quema de combustibles fósiles o la deforestación, llegaron a 390,9 partes por millón en 2011, lo que supone dos partes por millón más que en 2010.

    El objetivo fijado por Naciones Unidas es que no se superen las 450 partes por millón, límite que, de continuar esta tendencia alcista, se sobrepasará en las próximas décadas.

    Aumentan las emisiones a la vez que disminuyen los sumideros que las absorben, como los bosques, debido a la deforestación. Los océanos tampoco se salvan. “Hemos observado que se están volviendo más ácidos como consecuencia de la absorción de dióxido de carbono, lo que puede repercutir en la cadena alimenticia submarina y los arrecifes de coral”, dijo Jarraud. En este sentido, un estudio reciente de Oceana, organización para la conservación de los ecosistemas marinos, concluyó que la acidificación de los mares amenazaba la seguridad alimentaria. El aumento de temperaturas, decía el informe, obliga a los peces a migrar hacia aguas más profundas o morir, lo que repercute en una disminución de la pesca y, con ello, de la principal fuente de proteínas de millones de personas.

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  9. En un mar de oscuridad plagado de miles de millones de luceritos flota una esfera casi perfecta que reúne unas condiciones idóneas para el desarrollo de la vida. Pero ese mismo desarrollo vital esconde la mayor de las involuciones: la destrucción de la vida tal y como ha llegado a nosotros. Si nos dijeran que dentro de 80 años nuestro planeta sería destruido por un asteroide, inmediatamente nos pondríamos a idear modos o maneras de destruir el “pedrusco”; pero nada hacemos cuando sabemos que, de continuar con el crecimiento poblacional y autodestructivo de la especie humana, dentro de esos años nuestra existencia se tornará imposible. Recursos ultra explotados e incluso desperdiciados, pérdida de especies al ritmo más alto de la historia conocida o inestabilidad en el clima constituyen los primeros ladrillos en el edificio de nuestra extinción. Seguimos hurgando en el interior de la tierra para conseguir el material que nos permita seguir aumentando la contaminación, el ártico se derrite, los bosques arden, muchos de ellos simplemente son eliminados. No sé cuándo empezaremos a ser conscientes de que se acerca nuestro fin de manos del enemigo más temible: nosotros mismos.
    Pablo Cambronero

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