Núcleo del artículo de Vicenç Navarro en el diario Público del 29/09/2011:
En cuanto a la reducción del déficit, tales instituciones financieras no indican cómo debería realizarse. Una manera es mediante los recortes de gasto público social, pero no es ni la única ni la mejor manera de conseguirlo. Una alternativa es aumentando los impuestos. Así, en lugar de congelar las pensiones (con lo que se intentan ahorrar 1.200 millones de euros), se podrían haber conseguido 2.100 millones de euros manteniendo el Impuesto del Patrimonio, o 2.552 millones si se hubieran anulado las rebajas de los impuestos de sucesiones, o 2.500 millones si se hubiera revertido la bajada de impuestos de las personas que ingresan más de 120.000 euros al año, recortes de los impuestos apoyados –todos ellos– por los partidos que ahora hacen estos recortes de gastos.
O en lugar de los enormes recortes en sanidad que intentan conseguir un ahorro de 6.000 millones, podrían haber anulado la bajada del Impuesto de Sociedades de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan sólo el 0,12% de todas las empresas), recogiendo 5.300 millones de euros. O en lugar de recortar los servicios públicos como sanidad, educación y servicios sociales (logrando un total de 25.000 millones de euros), podrían haber corregido el fraude fiscal de las grandes fortunas, de la banca y de las grandes empresas (que representa el 71% de todo el fraude fiscal), recogiendo mucho más, es decir, 44.000 millones.
O, en lugar de reducir los servicios de ayuda a las personas con dependencia (intentando ahorrar 600 millones de euros), podrían haber reducido el subsidio del Estado a la Iglesia católica para impartir docencia de la religión católica en las escuelas públicas, o eliminar la producción de nuevo equipamiento militar, como los helicópteros Tigre y otros armamentos.
Además, de mi cosecha menciono las desgravaciones a los planes de pensiones privados que, según Ignacio Escolar, costaron 1.443 millones de euros en 2010 y que, opino, deberían suprimirse. En Propongo lo he puesto a votación, y por el momento hay unanimidad en estar de acuerdo conmigo.
Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
jueves, 29 de septiembre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Por un sistema eléctrico justo (I)
[he desarrollado esta entrada en la más reciente Por un sistema eléctrico justo (II)]
El funcionamiento del mercado eléctrico español se explica muy bien en Ponderalia:
Cada día, OMEL (Operador del Mercado de Electricidad) fija en una subasta, supervisada por una comisión de representantes de los productores, distribuidores, comercializadores y consumidores cualificados, los precios del día siguiente. En primer lugar entran las energías mas baratas y la nuclear; ésta tiene preferencia por el alto coste que tiene parar y volver a poner en marcha una central de estas características y por eso se le asigna un coste cero. Acto seguido entran las renovables por normativa legal, también a coste cero. Y por último van entrando las más caras, que suelen ser gas y carbón. Lo curioso es que la última energía en entrar fija el precio del resto. Así, si la última en entrar es el gas y tiene un precio de 60 €/MWh, las demás serán pagadas al mismo precio, aunque realmente sean más baratas.
Caso aparte son las renovables: entran con coste cero al estar primadas y son pagadas también al precio marcado en las subastas. Ello tiene dos efectos. El primer efecto es que baja el precio conjunto Esta situación ha llevado en épocas de bajo consumo y alta entrada de renovables en el sistema a que el coste de la energía fuese cero, lo que es absurdo. Y en segundo lugar tenemos el gran timo que es cobrar abultadísimas primas y por otro lado entrar en el mercado de las subastas de OMEL, obteniendo así beneficios por los dos lados es decir, además de ser de por sí una energía cara la pagamos muy por encima de su valor real y por partida doble.
Por todo esto la solución a esta problemática pasa por la liberalización plena del sector incluyendo tanto producción como distribución y transporte aparte de permitir a los usuarios el cambio de compañía eléctrica sin trabas de ningún tipo.
http://jumanjisolar.com/comunicacion/la-verdad-sobre-el-mercado-electrico incide sobre este funcionamiento absurdo (pagamos patatas a precio de mangos).
Hay que decir que las empresas no deciden qué instalaciones entran en funcionamiento en cada momento, sino que van entrando según un programa previo establecido por el operador del sistema eléctrico. Sin embargo, existe la sospecha de que las empresas eléctricas manipulan la subasta para que entren más centrales de producción cara de las que entrarían si el sistema estuviera orientado a producir electricidad al mínimo precio posible. Esta sospecha ha dado lugar a investigaciones de la Comisión Nacional de Energía y de la Comisión Nacional de la Competencia
¿Cómo se puede manipular? Por ejemplo, programando mantenimiento (y por tanto, paro) de centrales baratas en períodos de mayor demanda de electricidad, con lo cual se fuerza a que entren centrales caras y el precio suba.
¿Qué es necesario hacer en este mercado? Estoy plenamente de acuerdo con que entren primero las energías más baratas (hidroeléctrica) y la nuclear (lo que no es contradictorio con mi convencimiento de que la energía nuclear debe eliminarse y, sin construir centrales nuevas, deben ir cerrándose las existentes según completan su ciclo vital), después entren las renovables y por último, las más caras. A lo que me opongo frontalmente es a que en un determinado momento se retribuya toda la energía al coste de la más cara. Tiene que existir un impuesto a la producción de electricidad, dependiente de cada central y del coste fijado por la subasta cada día, cuyos ingresos vayan a cubrir el déficit de tarifa.
Un ejemplo: supongamos que el 28 de septiembre de 2011 OMEL fija para el día siguiente un precio P de 60 €/MWh.
La central nuclear de Ascó II tiene este año un coste de producción C de 18 €/MWh, contando todo: coste de las instalaciones, IBI, amortizaciones, personal, seguros, combustibles, residuos... Todo. Este coste de producción lo fijaría anualmente el Estado para cada central (hidroeléctrica, térmica) teniendo en cuenta dichos costes, la cantidad de electricidad producida el año anterior y la esperable el año en curso.
Entonces esta central debería pagar por la electricidad producida el 29 de septiembre de 2011 (y que, recordemos, le sería retribuida a 60 €/MWh) un impuesto
La ley de Presupuestos Generales de cada año se encarga de fijar y actualizar a los valores de mercado el tipo de interés legal del dinero (ILD). En los presupuestos para el año 2011 este tipo se fijó en el 4%. Por tanto, el impuesto para esa central ese día sería 60 – 18*(1 + 0,04*2) = 40,56 €/MWh.
Para las renovables se deberían tener en cuenta las primas. Si una central solar fotovoltaica tiene una prima R de, digamos, 50 €/MWh y su coste de producción es 90 €/MWh, no es justo que reciba 60 + 50 = 110 €/MWh. Debe seguir primándose a las renovables, pero de forma ajustada a los costes reales de producción de cada instalación (diferentes tecnologías tienen rendimientos y costes muy distintos). Para las renovables, si la prima R es superior a su coste C, el precio que reciben debería ser cero (y en ese caso tampoco deberían pagar impuesto sobre la producción de electricidad). Si, por el contrario C > R, entonces deberían pagar el siguiente impuesto:
El funcionamiento del mercado eléctrico español se explica muy bien en Ponderalia:
Cada día, OMEL (Operador del Mercado de Electricidad) fija en una subasta, supervisada por una comisión de representantes de los productores, distribuidores, comercializadores y consumidores cualificados, los precios del día siguiente. En primer lugar entran las energías mas baratas y la nuclear; ésta tiene preferencia por el alto coste que tiene parar y volver a poner en marcha una central de estas características y por eso se le asigna un coste cero. Acto seguido entran las renovables por normativa legal, también a coste cero. Y por último van entrando las más caras, que suelen ser gas y carbón. Lo curioso es que la última energía en entrar fija el precio del resto. Así, si la última en entrar es el gas y tiene un precio de 60 €/MWh, las demás serán pagadas al mismo precio, aunque realmente sean más baratas.
Caso aparte son las renovables: entran con coste cero al estar primadas y son pagadas también al precio marcado en las subastas. Ello tiene dos efectos. El primer efecto es que baja el precio conjunto Esta situación ha llevado en épocas de bajo consumo y alta entrada de renovables en el sistema a que el coste de la energía fuese cero, lo que es absurdo. Y en segundo lugar tenemos el gran timo que es cobrar abultadísimas primas y por otro lado entrar en el mercado de las subastas de OMEL, obteniendo así beneficios por los dos lados es decir, además de ser de por sí una energía cara la pagamos muy por encima de su valor real y por partida doble.
Por todo esto la solución a esta problemática pasa por la liberalización plena del sector incluyendo tanto producción como distribución y transporte aparte de permitir a los usuarios el cambio de compañía eléctrica sin trabas de ningún tipo.
http://jumanjisolar.com/comunicacion/la-verdad-sobre-el-mercado-electrico incide sobre este funcionamiento absurdo (pagamos patatas a precio de mangos).
Hay que decir que las empresas no deciden qué instalaciones entran en funcionamiento en cada momento, sino que van entrando según un programa previo establecido por el operador del sistema eléctrico. Sin embargo, existe la sospecha de que las empresas eléctricas manipulan la subasta para que entren más centrales de producción cara de las que entrarían si el sistema estuviera orientado a producir electricidad al mínimo precio posible. Esta sospecha ha dado lugar a investigaciones de la Comisión Nacional de Energía y de la Comisión Nacional de la Competencia
¿Cómo se puede manipular? Por ejemplo, programando mantenimiento (y por tanto, paro) de centrales baratas en períodos de mayor demanda de electricidad, con lo cual se fuerza a que entren centrales caras y el precio suba.
¿Qué es necesario hacer en este mercado? Estoy plenamente de acuerdo con que entren primero las energías más baratas (hidroeléctrica) y la nuclear (lo que no es contradictorio con mi convencimiento de que la energía nuclear debe eliminarse y, sin construir centrales nuevas, deben ir cerrándose las existentes según completan su ciclo vital), después entren las renovables y por último, las más caras. A lo que me opongo frontalmente es a que en un determinado momento se retribuya toda la energía al coste de la más cara. Tiene que existir un impuesto a la producción de electricidad, dependiente de cada central y del coste fijado por la subasta cada día, cuyos ingresos vayan a cubrir el déficit de tarifa.
Un ejemplo: supongamos que el 28 de septiembre de 2011 OMEL fija para el día siguiente un precio P de 60 €/MWh.
La central nuclear de Ascó II tiene este año un coste de producción C de 18 €/MWh, contando todo: coste de las instalaciones, IBI, amortizaciones, personal, seguros, combustibles, residuos... Todo. Este coste de producción lo fijaría anualmente el Estado para cada central (hidroeléctrica, térmica) teniendo en cuenta dichos costes, la cantidad de electricidad producida el año anterior y la esperable el año en curso.
Entonces esta central debería pagar por la electricidad producida el 29 de septiembre de 2011 (y que, recordemos, le sería retribuida a 60 €/MWh) un impuesto
I = P – C * 2 * Interés legal del dinero
La ley de Presupuestos Generales de cada año se encarga de fijar y actualizar a los valores de mercado el tipo de interés legal del dinero (ILD). En los presupuestos para el año 2011 este tipo se fijó en el 4%. Por tanto, el impuesto para esa central ese día sería 60 – 18*(1 + 0,04*2) = 40,56 €/MWh.
Para las renovables se deberían tener en cuenta las primas. Si una central solar fotovoltaica tiene una prima R de, digamos, 50 €/MWh y su coste de producción es 90 €/MWh, no es justo que reciba 60 + 50 = 110 €/MWh. Debe seguir primándose a las renovables, pero de forma ajustada a los costes reales de producción de cada instalación (diferentes tecnologías tienen rendimientos y costes muy distintos). Para las renovables, si la prima R es superior a su coste C, el precio que reciben debería ser cero (y en ese caso tampoco deberían pagar impuesto sobre la producción de electricidad). Si, por el contrario C > R, entonces deberían pagar el siguiente impuesto:
I = P – (C –R)* 2 *ILD
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