El declive del capitalismo
Veinte años después del hundimiento del comunismo soviético, parece que empiezan a aparecer grietas en un sistema que desde hace tiempo da muestras de un agotamiento y decadencia acentuados por la actual crisis sistémica: el capitalismo liberal.
El sistema del capitalismo global actualmente vigente no solo es un sistema profundamente injusto en cuanto a la redistribución de la riqueza y muy poco racional en cuanto a la destrucción ecológica y el derroche de recursos: es básicamente insostenible por la sencilla razón de que la pretensión de crecer indefinidamente, inherente a la lógica a la que empuja el propio capitalismo, no es factible en un mundo que es finito y con unos recursos limitados. La crisis ecológica, la destrucción y agotamiento de recursos naturales no renovables o la actual crisis sistémica no serían más que manifestaciones de un mismo problema. Este sistema, pues, no solo no es sostenible a largo plazo, y del mismo modo que tuvo un principio en un momento determinado, algún día también tendrá un fin determinado por el agotamiento de su ciclo histórico.
El comentario del libro La quiebra del capitalismo global va en el mismo sentido:
La obra pretende prepararnos para el comienzo del colapso de la Civilización Industrial. Un colapso que va a llegar como consecuencia de la crisis global y multidimensional que vivimos, caracterizada por el caos sistémico, la ruina ecológica y las guerras por los recursos. El inicio del fin de la energía fósil está en el corazón de esta crisis, que acarreará una ruptura histórica total. La quiebra del capitalismo global en el periodo 2000-2030 es el primer paso del largo colapso de la Civilización Industrial, que seguramente durará dos o tres siglos. La historia del capitalismo es la del consumo creciente y añadido de distintas fuentes energéticas. Pero esto llega a su fin, ya que estamos atravesando el momento de máxima extracción del petróleo, al que seguirá el del gas y, como tarde en 2030, el del carbón. Esto disparará los precios y quebrará el business as usual. Sin fuentes energéticas baratas y abundantes el comercio mundializado y el capitalismo global son imposibles. Es más, el crecimiento económico continuado tampoco es factible y, sin crecimiento, es inviable el mantenimiento de la sobredimensión financiera actual.
(dibujo de Miguel Brieva publicado en El País del 20/08/2011.
Intenté contactar con él para pedirle permiso para publicar su dibujo en este blog,
pero no encontré su correo electrónico)
Es muy simple: si nos comemos todo lo que hay en la despensa, llegará un día en que no quedará más y nos moriremos de hambre. Nuestra despensa es el planeta y estamos consumiendo sus recursos a dos veces y media la velocidad con que los regenera. Lo cual ya sería malo, pero es que además estamos envenenando su mares con mercurio (recordemos: no es aconsejable que las personas coman más de una vez al mes grandes peces como salmón o atún por el mercurio que acumulan) y plástico. También estamos introduciendo en la atmósfera gases que propician el calentamiento, el cambio climático, un aumento de las sequías y las inundaciones y el deshielo de los polos.
Está claro que debemos empezar a reducir el consumo de recursos hasta llegar al ritmo en que la Tierra los va generando, y adoptar los principios de la economía estacionaria:
- Mantener la salud de los ecosistemas.
- Extraer los recursos renovables, como madera y pesca, a un ritmo no superior al que se regeneran.
- Consumir recursos no renovables, como combustibles fósiles y minerales, a un ritmo no superior al descubrimiento de nuevos yacimientos.
- Verter los residuos al entorno a un ritmo no mayor que el de su asimilación natural e inocua.
Además, opino que los anteriores puntos 3 y 4 deben ser aún más restrictivos:
- Consumir energía solo de fuentes renovables y desarrollar el reciclado al máximo de modo que el consumo de recursos no renovables (minerales) sea el mínimo imprescindible. Por ejemplo, un teléfono móvil es reciclable al 90%. Todo lo que consumimos, desde una bombilla hasta un avión, puede diseñarse para superar esa cifra.
- Depurar estrictamente todas las aguas residuales y convertir la materia fecal en metano. Fermentar los residuos sólidos urbanos con el mismo propósito y utilizar el gas para quemar lo restante, filtrando los gases de combustión. Desarrollar productos y métodos de fabricación que permitan el reaprovechamiento total.
EL FUTURO SERÁ VERDE O NO SERÁ